En la mañana siguiente, Rebecca es la primera en despertar. Abre los ojos y siente que su cabeza da vueltas. Pronto se da cuenta de que está acostada en el pecho de Alex. Asustada, da un pequeño salto de la cama, despertándolo. Alex la mira y, avergonzada, ella cubre sus pechos con las manos.– ¿Cuál es el problema ahora, Rebecca? – le pregunta, cerrando los ojos nuevamente. – Está en la silla, ¿qué estás buscando? – le dice, sentándose en la cama.– ¿Qué hice? – se pregunta en voz baja, tomando su camisa y vistiéndola.– Fuiste increíble anoche, Rebecca. Podemos hacerlo más veces. – Alex nota la incomodidad de ella, especialmente al ver sus mejillas sonrojadas. – ¿Te gustó a ti también? – pregunta, decidido a jugar con eso. Ella aparta la mirada, ocultando su vergüenza. – Déjame adivinar, no recuerdas muy bien nuestra noche, ¿verdad? Pero puedo afirmar que te gustó, tus gemidos en mis oídos lo confirmaron. – dice, con una sonrisa maliciosa.– Idiota. – exclama ella, tomando una almoh
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