La alarma de un celular se escuchaba a lo lejos, abrí los ojos, la garganta me recordó el motivo por el cual detestaba beber, pero ayer lo necesitaba, seguía oscuro, ¿dónde estaba?... ¡Yo tengo vuelo! Intenté levantarme y un brazo lo impedía. —¡Mierda! ¿Qué hice anoche? —la cabeza trabajó rápido, me reuní con mis amigas, ¿quién me trajo a mi casa? ¿Era mi casa? Mis ojos se adaptaron a la oscuridad, al lado en la mesa de noche había una lámpara, al encenderla el corazón me dio un vuelco. —Era mi antigua habitación… ¿Alejandro?Me tenía muy pegada como si temiera a que huyera. ¿En qué momento me vi con él? ¡¿Qué hizo Fernanda?! ¡Esto era obra de ella! La habitación seguía igual, otra verdad dicha, me acerqué a él. Solía tener el sueño pesado y era lo mejor para mí, debía llegar al apartamento, buscar la maleta, luego llegar al aeropuerto.Ver a Alejo fue como regresar años atrás, le acaricié el cabello, besé su nariz y salí de la cama, al hacerlo tenía puesta una de mis viejas pijamas,
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