Al abrir la puerta del Jet, Sara se quedó de pie al inicio de las escaleras, tenía mucho tiempo de no ver esa ciudad. Desde el día en que partió con nada más que su amiga de la mano y los pocos billetes que cargó en su bolsillo, no había tenido intenciones de volver, pero enterarse que su familia hablaba pestes de ella, la enojó al punto de querer dejarles claro que los había sacado de su vida, pero que ellos también debían hacerlo. Uno de los hombres predispuestos para su seguridad le extendió la mano para ayudarla a bajar, dejándola estática al ver la línea de autos que la esperaban. Pero ¿cuantos eran? ¿ocho? __ ¿Porqué tantos? - cuestionó.__ Porque el jefe lo dispuso de esa forma, señora. - respondió el sujeto. __ No quiero que sean tantos. Solo voy a ver a mi familia, no a un cartel de...__ ¿Cuantos quiere que la sigan con discreción? - la pregunta la descolocó. Pero era algo habitual con ellos, obedecían lo que su jefe diría, pero no estaban autorizados en dejarla sola, po
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