A ver, no se confundan.Egan sí está furioso, pero no con Anna… bueno, sólo un poquito, porque estaba hablando con Ángel… ¡Y a solas!Pero lo que más lo tiene así es saber que ella está resignada a su trato, que no va a luchar por defenderse porque la vida le enseñó a ser así, más bien aquellas chiquillas en el orfanato, a las que le provoca ir a buscarlas y hacerlas picadillo una a una.«Espera, ¿por qué harías eso por la hija de tu enemigo?»“¡Porque se me da la gana!”, se responde a sí mismo.Anna corre para poder seguirle el paso que lleva con esas enormes zancadas, entran a la casa como si fueran un torbellino y Egan se la lleva directo al despacho, allí la suelta con cierta brusquedad, se para frente a ella muy cerca, tanto que Anna puede sentir su respiración pegándole en la frente. Intenta bajar la mirada, pero él no se lo permite.—¡Estás en serios problemas, muchachita! ¡¡¿Acaso no fui claro al decirte que no podías hablar con nadie?!! ¡Que no puedes tener amigos aquí, porqu
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