Ivy amaba el mar, le transmitía serenidad y le hacían tener pensamientos positivos y evadir muchas cosas en su mente, sobre todo después de haber hecho exactamente lo que se prometió que no repetiría, había terminado entre las sábanas con su rival una vez más y ni siquiera había a quién culpar, ella misma se introdujo en aquella situación y mientras se perdía en los ojos azules de Mathew Hoogen pensaba en que había sido fantástico, hasta que terminó por supuesto, esos minutos en silencio bastaron para regresarla a la realidad y lo próximo que sucedió fué que se puso de pie y corrió directo al baño.Al salir ninguno dijo nada, tampoco hasta llegar a Barbados en dónde Mathew la ayudó con su equipaje mientras que Ivy seguía sintiéndose estúpida, las ganas muchas veces podían hacerla tomar decisiones precipitadas pero si tenía algo de suerte podía resistir el resto del verano, no parecía ser una tarea difícil.Apenas pusieron un pie en el suelo ya un chófer se había acercado a la joven par
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