Natalia sonrió mientras observaba a sus hijas correr por el campo, adoraba estos momentos que podía disfrutar con ellas y con su esposo, quién siempre estaba en el trabajo, corriendo a solucionar los problemas de la hacienda, como si fuera el único que pudiera hacerlo. Natalia apartó esos malos pensamientos de su cabeza y se concentró en el momento, el aquí y el ahora.—Ven, Natalia, únete a nosotros —gritó Ángel, agachado sobre el pasto, mientras fingía ser un caballo para su hija menor.—¡Sí, mami, ven con nosotros! —gritó Estela, mientras corría delante de su padre, quien la perseguía con Ángela sobre su espalda.Natalia se levantó del tronco para unirse a su pequeña familia, sin embargo, los disparos que se escucharon muy cerca del sitio los alertaron.Ángel bajó a su hija de su espalda y miró a Natalia con preocupación.—Llévatelas a casa, Natalia, ¡corre! —le urgió al escuchar los cascos de los caballos, golpear contra el suelo, eran varios hombres—. ¡Corre Natalia! —gritó deses
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