88. ENRIL
Mientras Enril, sin soltar la mano de Leía, entró con ella en el salón del trono. Al cerrarse la puerta tras ellos, la abrazó muy fuerte y la besó apasionadamente. Se moría de ganas de hacerlo, desde que Serafín le borrara las memorias, no había podido. Al separarse, ella lo miró toda sonrojada.—¿Qué haces? —preguntó, aún sin poder creer lo que estaba pasando y alejándose un poco de él. Enril la observaba embobado. Realmente la encontraba preciosa así, tan tímida y ruborizada, tan distinta a como siempre se comportaba con él, desafiante y huraña.—Esto no es una broma, ¿verdad? —preguntó Leía sonrojada. —No te estás burlando de mí, ¿no, Enril?—No, Leía. No me burlaría con algo tan serio. Lo que dije es verdad: eres mi mitad. Lo sé desde que éramos niños —contestó él, tomándole nuevamente las manos y atrayéndola hacia sí. —¿Por qué me miras así?—Nada, creía que lo de que era tu mitad era para defenderte y escapar de esas locas— responde todavía sin creer lo que está pasando, alej
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