Todo estaba en un silencio aterrador. Ninguno de los dos hablaba. Desde el momento en que llegaron a la casa, están así; sin cruzarse miradas, manteniendo distancia, como si con ello, solo evitaran una gran discusión.Holly se sentía traicionada, estaba cansada de mentiras, pero aun así seguían ocultándole la verdad. Una verdad, que, pese a que está mal, también podría estar bien. Es contradictorio e hipócrita, porque la justicia debería ser la encargada de velar por la seguridad de aquellos niños, jóvenes y mujeres; sin embargo, es su esposo quien lo hace, a su espalda.— ¿Seguirás ignorándome? Sé que quieres hacerme la pregunta, así que hazlo — dijo Ezekiel, parado justo en el marco de la puerta.Parecía un adonis, con el reflejo de la luz a su espalda, un Dios de la oscuridad.— No tengo ganas de hablar, ahora. Tengo muchas preguntas, claro que sí, pero estoy demasiado molesta en estos momentos — respondió la joven médica, cubriéndose con su manta, hasta la cabeza.— Cuando era niñ
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