Andrew jugó con su bolígrafo entre sus dejos, mientras giraba en la silla destartalada de su viejo escritorio. Frente a él, los diferentes casos esperaban para que les echara un vistazo, sin embargo, su mente estaba lejos de allí y al igual que su corazón.Contrario a lo que había creído unos meses atrás, de que nunca tendría que volver a ese despacho de mala muerte, tras las vueltas que había dado su vida y resultado de sus acciones, terminó en el punto de partida.No le había quedado de otra que regresar a su trabajo anterior, donde el salario era ínfimo, y que, por más que le gustara, nada tenía que ver con el prestigio de su firma anterior. Sin embargo, no era el hecho de haber perdido su herencia lo que le dolía, si no el hecho de no estar junto a la mujer que amaba.Tenía más de treinta días sin verla, y aunque se moría de ganas por llamarla, por tratar de hacer las paces con ella, lo cierto era que tenía una advertencia de parte de su hermano.Si se acercaba a ella, o a las ofi
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