El olor a desinfectante era lo único que podía apreciar mientras esperaba en el pasillo a que la llamaran por su nombre. Estaba sola, al haber descartado la idea de acudir a su familia para que la apoyara, y que su esposo se negara a contestar todas sus llamadas. De la puerta blanca, una enfermera salió y la invitó a pasar. —Señora Davis, acompáñenos, por favor. La clínica de maternidad estaba algo vacía por ser fin de semana, y aún así Valery sintió que los escasos visitantes que había, la miraban con escrutinio. —Tome asiento, el doctor le atenderá en un momento. La enfermera se dirigió a su escritorio, donde redactaba energéticamente desde el ordenador. Ella estaba nerviosa, es más, sentía el corazón latirle con fuerza en el pecho, mientras se aferraba a las tiras de su costoso bolso, regalo de Andrew. Por fuera parecía una señora cualquiera de esas adineradas que parecieran tener el mundo revuelto, pero por dentro, sentía el alma rota. Su matrimonio era una farsa y su espos
Andrew se quedó de piedra al estacionarse frente a su casa y ver la larga fila de vehículos estacionados en el interior.La suave música de los violines llegaba al exterior, todas las luces de la casa estaban encendidas y el murmullo de voces daban clara evidencia de lo que se trataba: había una fiesta.Por un instante pensó que se trataba de obra de Valery, pero al ver el auto de su padre, supo que el señor Davis tuviera que ver con todo esto. Con una exhalación bajó de su auto para enfrentarlo.—¡Hijo mío! Hasta que finalmente apareces, aunque debo decir que tus fachas son deplorables.Las palabras de Albert le causaron el mismo efecto que hubiera tenido una espina en la planta de los pies. Con un mohín, vio a su alrededor el tumulto de gente que invadía su casa, y buscó las palabras para responder.—¿Se puede saber de qué se trata todo esto? Creí que habíamos acordado que dejarías de inmiscuirte en mi casa.Echó un vistazo a su alrededor, de vista conocía a la mayoría de los invita
Nicolas se aferró a la cintura de Valery con fuerza y la besó con posesión sin importarle la presencia de los invitados, en un gesto totalmente impropio de él. Por su parte, ella mantuvo los labios sellados, incapaz de reaccionar a esa muestra tan agresiva de afecto. Cuando la hubo soltado, Valery sintió el rubor de la vergüenza subirle por el cuello hasta las mejillas. Para ella, aquello era una humillación disfrazada de festejo y aunque muchos pudieran sorprenderse de la aparición de los dos hermanos, ella sabía que en el fondo estaba en mitad de un duelo.Estaba claro que Nick se estaba vengando por haber usurpado su lugar, pero lo peor era que la usara a ella como moneda de cambio para salirse con la suya.Su embarazo era algo secreto, así que no entendía cómo rayos pudo haberse enterado y peor aún, qué necesidad había de hacerlo público. Ni siquiera había tenido la oportunidad de contarle a Andrew, y que se enterara de esta manera era algo cruel, propio de la venganza. En su
Valery dio un portazo en el despacho, sin importarle lo que pensaran los presentes de la fiesta. Después de todo, no había sido ella quien los había invitado, así que poco le importaba la percepción que tuvieran.—¿Por qué has hecho esto? —preguntó, descompuesta, mientras veía a Nick recostado en la silla de su escritorio, tomándose un trago.A su lado, estaba su amigo Óscar, quien nunca le había caído bien y por lo visto, la sensación no iba a cambiar con el tiempo.—Contrólate, querida. Será mejor que te recompongas y guardes la compostura. Bastante escena has hecho ya en el jardín como para empeorar las cosas aún más.Escéptica, ella lo vio y negó con lo cabeza. Ese no era el hombre que ella había conocido y con quien estuvo dispuesta a casarse una vez. Aquel sujeto era descarado y cínico, y podría jurar que se alegraba de su dolor.—¿Qué demonios te habrá sucedido para que te comportes así? ¡No debiste haberlo echado de esa manera! Lo has tratado como a un animal.Él se giró y son
Andrew jugó con su bolígrafo entre sus dejos, mientras giraba en la silla destartalada de su viejo escritorio. Frente a él, los diferentes casos esperaban para que les echara un vistazo, sin embargo, su mente estaba lejos de allí y al igual que su corazón.Contrario a lo que había creído unos meses atrás, de que nunca tendría que volver a ese despacho de mala muerte, tras las vueltas que había dado su vida y resultado de sus acciones, terminó en el punto de partida.No le había quedado de otra que regresar a su trabajo anterior, donde el salario era ínfimo, y que, por más que le gustara, nada tenía que ver con el prestigio de su firma anterior. Sin embargo, no era el hecho de haber perdido su herencia lo que le dolía, si no el hecho de no estar junto a la mujer que amaba.Tenía más de treinta días sin verla, y aunque se moría de ganas por llamarla, por tratar de hacer las paces con ella, lo cierto era que tenía una advertencia de parte de su hermano.Si se acercaba a ella, o a las ofi
Una caricia delicada trajo a Valery de vuelta a la consciencia, y abrió los ojos desorientada, buscando el origen de la misma.Con ojos cálidos y un rostro algo demacrado, su padre estaba sentado en la cama junto a ella y la miraba con cariño. A su alrededor, le tomó un instante recordar donde estaba: la casa de sus padres.Tenía ya unos días quedándose con ellos porque su madre había tenido otra recaída, aunque en el fondo era una vía de escape para no tener que lidiar con Nick más de lo debido.—¿Qué sucede, papá? —se incorporó frotándose los ojos. —¿Está bien mamá?La preocupación de inmediato dijo presente y se temió lo peor, por lo que su padre tomó sus manos entre las suyas y las besó con cariño.—No, pequeña. Mamá está bien, está descansando y deberías tratar de calmarte, eso no le hace bien a ninguno de los dos.Le echó un vistazo al abdomen que, lentamente empezaba a crecer. Ella trató de sonreír, pero no pudo. Soñaba con Andrew todos los días y a pesar de que le había roto e
Valery se detuvo en la puerta de la casa y miró a su alrededor sintiéndose extraña. Sin poder evitarlo, sus ojos se enfocaron en la alfombra de la sala y un rubor tiñó su rostro al recordar los momentos vividos con Andrew.Para ella, ya no era lo mismo, y aunque ella y Nick habían sido amigos durante mucho tiempo, no se podía comparar con lo que había desarrollado con su hermano.Para colmo, que Nick se hubiera convertido en un ogro le hacía cuestionarse si en verdad era ese el padre que quería para su hijo. No era que le importara el dinero de los Davis, en el fondo no se había casado por eso, sin embargo, parecía que nombrarlo heredero era un requisito para seguir recibiendo la ayuda de su madre.—¡Vamos! No te quedes ahí. ¡La sorpresa espera por ti!Extrañamente, parecía haber dejado de lado su pesadez para convertirse en un ser más educado y eso le causó más curiosidad.Tirando de su mano con fuerza, la arrastró escaleras arriba, pero en lugar de dirigirse a su habitación, la sorp
Park removía la taza de café una y otra vez a pesar de que el azúcar ya se había disuelto y que estaba ya frío, mientras miraba por la ventana de la cafetería. En el fondo todo su supuesto interés hacia el exterior era un vano intento de evitar la inquisitiva mirada de Andrew, quien no sabía por dónde empezar.—En vista de que no es usted quien va a romper el hielo, lo mejor sea que inicie yo con las preguntas, ¿le parece bien?—Por favor, puedes llamarme Jason, me gustaría que me tutearas.Andrew lo vio con recelo. Para él aquel señor era un completo desconocido quien tenía información que necesitaba saber con urgencia, pero ni eso era suficiente para que se sintiera menos desconfiado de él.—No, prefiero que conservemos el respeto, después de todo, ¿por qué debería de creer en usted y en lo que dice?—Porque soy tu… —su voz se apagó de pronto y no terminó la frase. —Porque no tengo necesidad de mentirte, hijo. No después de tanto tiempo, te lo debo a ti y a tu hermano, en honor a Ám