Andrew jugó con su bolígrafo entre sus dejos, mientras giraba en la silla destartalada de su viejo escritorio. Frente a él, los diferentes casos esperaban para que les echara un vistazo, sin embargo, su mente estaba lejos de allí y al igual que su corazón.Contrario a lo que había creído unos meses atrás, de que nunca tendría que volver a ese despacho de mala muerte, tras las vueltas que había dado su vida y resultado de sus acciones, terminó en el punto de partida.No le había quedado de otra que regresar a su trabajo anterior, donde el salario era ínfimo, y que, por más que le gustara, nada tenía que ver con el prestigio de su firma anterior. Sin embargo, no era el hecho de haber perdido su herencia lo que le dolía, si no el hecho de no estar junto a la mujer que amaba.Tenía más de treinta días sin verla, y aunque se moría de ganas por llamarla, por tratar de hacer las paces con ella, lo cierto era que tenía una advertencia de parte de su hermano.Si se acercaba a ella, o a las ofi
Una caricia delicada trajo a Valery de vuelta a la consciencia, y abrió los ojos desorientada, buscando el origen de la misma.Con ojos cálidos y un rostro algo demacrado, su padre estaba sentado en la cama junto a ella y la miraba con cariño. A su alrededor, le tomó un instante recordar donde estaba: la casa de sus padres.Tenía ya unos días quedándose con ellos porque su madre había tenido otra recaída, aunque en el fondo era una vía de escape para no tener que lidiar con Nick más de lo debido.—¿Qué sucede, papá? —se incorporó frotándose los ojos. —¿Está bien mamá?La preocupación de inmediato dijo presente y se temió lo peor, por lo que su padre tomó sus manos entre las suyas y las besó con cariño.—No, pequeña. Mamá está bien, está descansando y deberías tratar de calmarte, eso no le hace bien a ninguno de los dos.Le echó un vistazo al abdomen que, lentamente empezaba a crecer. Ella trató de sonreír, pero no pudo. Soñaba con Andrew todos los días y a pesar de que le había roto e
Valery se detuvo en la puerta de la casa y miró a su alrededor sintiéndose extraña. Sin poder evitarlo, sus ojos se enfocaron en la alfombra de la sala y un rubor tiñó su rostro al recordar los momentos vividos con Andrew.Para ella, ya no era lo mismo, y aunque ella y Nick habían sido amigos durante mucho tiempo, no se podía comparar con lo que había desarrollado con su hermano.Para colmo, que Nick se hubiera convertido en un ogro le hacía cuestionarse si en verdad era ese el padre que quería para su hijo. No era que le importara el dinero de los Davis, en el fondo no se había casado por eso, sin embargo, parecía que nombrarlo heredero era un requisito para seguir recibiendo la ayuda de su madre.—¡Vamos! No te quedes ahí. ¡La sorpresa espera por ti!Extrañamente, parecía haber dejado de lado su pesadez para convertirse en un ser más educado y eso le causó más curiosidad.Tirando de su mano con fuerza, la arrastró escaleras arriba, pero en lugar de dirigirse a su habitación, la sorp
Park removía la taza de café una y otra vez a pesar de que el azúcar ya se había disuelto y que estaba ya frío, mientras miraba por la ventana de la cafetería. En el fondo todo su supuesto interés hacia el exterior era un vano intento de evitar la inquisitiva mirada de Andrew, quien no sabía por dónde empezar.—En vista de que no es usted quien va a romper el hielo, lo mejor sea que inicie yo con las preguntas, ¿le parece bien?—Por favor, puedes llamarme Jason, me gustaría que me tutearas.Andrew lo vio con recelo. Para él aquel señor era un completo desconocido quien tenía información que necesitaba saber con urgencia, pero ni eso era suficiente para que se sintiera menos desconfiado de él.—No, prefiero que conservemos el respeto, después de todo, ¿por qué debería de creer en usted y en lo que dice?—Porque soy tu… —su voz se apagó de pronto y no terminó la frase. —Porque no tengo necesidad de mentirte, hijo. No después de tanto tiempo, te lo debo a ti y a tu hermano, en honor a Ám
Albert despachó a su asistente a quien estaba contemplando de arriba abajo con mirada de halcón, tan pronto vio a Nick aparecer en la puerta del despacho y sonrió, esperando que su hijo tuviera las buenas noticias que tanto había esperado.—Hijo querido, hasta que por fin llegas. Creí que tendría que retomar yo todos los casos de la oficina —bromeó, pero Nick negó con la cabeza.—Por lo que veo no es como que te haya molestado regresar a la oficina, ¿o sí? Si quieres puedo volver en otro momento.Estaba haciendo referencia a la escena con la nueva asistente que no debía pasar de veinte años, pero Albert soltó una risotada y negó con la cabeza.—Tonterías, muchacho. Solo apreciaba el talento de Cindy. Ahora a lo importante, dime que has logrado el objetivo que te encomendé. Se reclinó en la silla con aire de satisfacción y colocó las manos sobre su regazo, esperando, pero su sonrisa desapareció al ver a Nick negar con la cabeza.—Por lo visto no es tan fácil como pensamos —expresó co
—¡Sáquenme de aquí! —gritó una y otra vez, aporreando la puerta, sin éxito. —¡Necesito salir de aquí ahora! ¡Por favor!La voz de Valery se fue apagando al ver que no obtenía respuesta, y se paseó por la habitación desesperada, mientras buscaba la manera de salir del cepo donde la habían metido.Estaba exhausta tras un día completo de gritar sin respuesta, empezaba a perder esperanzas, por lo que se deslizó por la pared hasta caer al piso frío, para recuperar el aliento.La habitación estaba en lo más recóndito de la mansión, y había sido arrastrada contra sus fuerzas por el mismísimo Nick, quien la había recluido al negarse a firmar. Al principio pensó que era una especie de broma pesada, pero al ver su rostro cuando la arrojó dentro, supo que era en serio.—Te quedarás aquí hasta que reconsideres mi solicitud. Si quieres salir, ya sabes lo que debes hacer —le amenazó, dando un portazo al marcharse y echar cerrojo por fuera.El lugar era diminuto, sin ventanas, y no había nada más qu
La puerta de la residencia Johns se abrió y el corazón de Andrew se aceleró aún más al ver el auto que le había regalado a Valery estacionado en el frente. Su consciencia le decía que se marchara, que no tenía nada que buscar allí, pero su corazón tenía voz propia.Por un momento creyó que no encontraría las palabras al tener frente a sí al padre de Valery, quien lo miraba con una mezcla de curiosidad y enojo.Antes de que el señor Johns apareciera, Andrew tenía cerca de veinte minutos en el portal y no había encontrado el valor para llamar, por lo que Eliah lo vio por la ventana y se animó a cuestionarle.—Señor Davis, ¿qué demonios está haciendo en mi casa? —preguntó, claramente inconforme con su presencia.Sabía de primera plana todo lo que él había hecho a su hija y que no hubiera tomado represalias contra él, era solo porque ella le rogó que no lo hiciera, pero ganas no le faltaban. Para él su familia era lo más importante de su vida, y cualquiera que la amenazara, se declaraba s
Una incesante gotera en una esquina era el único ruido que rompía el ensordecedor silencio de la habitación y Valery la contemplaba, incapaz ya de moverse.Estaba cansada y hambrienta, y aunque por dentro tenía todo el deseo del mundo de luchar, no tenía fuerzas para seguir intentándolo. Según sus cálculos, llevaba en aquella prisión más de un día, y eso mismo tenía sin comer.Si no hubiera perdido tanto peso en las últimas semanas, quizás se hubiera sentido mejor, pero lo cierto era que las náuseas del primer trimestre la habían consumido y necesitaba alimento para recuperar energías.Estaba tirada sobre el colchón, de lado. Con una mano acariciaba su vientre que empezaba lentamente a abultarse y la otra la tenía para apoyar su cabeza. Entonces la puerta se abrió y para su sorpresa, en el exterior lo único que percibió fue oscuridad.—¿Ya has cambiado de opinión? —esta vez era el mismísimo Nick quien se había aparecido, y su presencia no hizo más que provocarle disgusto.Estaba vesti