Una incesante gotera en una esquina era el único ruido que rompía el ensordecedor silencio de la habitación y Valery la contemplaba, incapaz ya de moverse.Estaba cansada y hambrienta, y aunque por dentro tenía todo el deseo del mundo de luchar, no tenía fuerzas para seguir intentándolo. Según sus cálculos, llevaba en aquella prisión más de un día, y eso mismo tenía sin comer.Si no hubiera perdido tanto peso en las últimas semanas, quizás se hubiera sentido mejor, pero lo cierto era que las náuseas del primer trimestre la habían consumido y necesitaba alimento para recuperar energías.Estaba tirada sobre el colchón, de lado. Con una mano acariciaba su vientre que empezaba lentamente a abultarse y la otra la tenía para apoyar su cabeza. Entonces la puerta se abrió y para su sorpresa, en el exterior lo único que percibió fue oscuridad.—¿Ya has cambiado de opinión? —esta vez era el mismísimo Nick quien se había aparecido, y su presencia no hizo más que provocarle disgusto.Estaba vesti
Andrew llegó a casa entrada la noche con la enorme carpeta bajo el brazo, que resguardó de la llovizna como si fuera lo más preciado que tuviera. Al levantar la mirada, se sorprendió de ver que no estaba solo. Por un segundo pensó que se trataba de un ladón, pero en la puerta de su casa, la silueta le resultó familiar y no tardó en reconocerla.—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —preguntó sin tanto enojo como antes, aunque igual molesto de verle en su apartamento. —¿Cómo has sabido donde vivo?Sacó las llaves para entrar, y Jacob esperó paciente a que lo invitara a pasar. Tenía horas afuera, y no se había rendido porque necesitaba ver a Andrew otra vez.—Hay muchas cosas que sé de ti, Andy, quizás más de las que imaginas. Te he esperado durante mucho rato porque tenemos que hablar.—Pues lamento desilusionarte, pero yo no tengo nada que decirte. Así que será mejor que regreses por donde has venido, y te lleves contigo toda esa información que crees saber, ya no la necesito. Además, e
“Querido Andrew, Te escribo estas letras a ti, no solo porque seas el mayor, sino porque sé que tú me entenderás más que tu hermano. Antes de todo, debo decirte que ser su madre ha sido lo más asombroso que me ha pasado en la vida. Ustedes son el motor que hace que me despierte cada mañana y la inspiración que hace que respire cada minuto. Tu padre es un hombre bueno. De hecho, es la persona más extraordinaria que he conocido, y sé que en otra vida quizás, juntos, los cuatro podríamos haber sido muy felices juntos, pero el destino no lo quiso así. Y no, hijo mío, no me refiero a Albert. Jacob Park es su padre biológico y la razón por la que no he podido estar con él la entenderás después, al menos, eso espero. Sólo puedo decirte que el abuelo me ha obligado a casarme con Albert, y por el bienestar de ustedes, he tenido que ceder. Sin embargo, sé que pronto todo acabará, lo sé porque Albert mismo me lo dijo. He tratado de denunciarlo a las autoridades, pero nadie me cree, y sient
La mansión Davis estaba inusualmente tranquila cuando Jacob y Andrew se estacionaron en el frente. Para sorpresa de Andrew, había dos sujetos uniformados que velaban la entrada y se acercaron al auto de Jacob, con cara de mala muerte. Desde el asiento del conductor, Jacob bajó el cristal de la ventanilla y lo vio con cara de pocos amigos. —Quiero ver al señor Davis —pidió sin ver a la cara del regordete guardián. —¿Quién le busca? —preguntó este, con mala cara. —¿No le parece que estas no son horas para visitar? Jacob estuvo a punto de lanzarle un insulto cuando Andrew lo frenó con la mirada. Quería resolver las cosas por las buenas, a pesar de lo que había descubierto, no por él, sino por el bienestar de Valery y de su bebé. Ahora que conocía la calaña de Albert, entendía porqué ella había perdido el contacto con sus padres durante tanto tiempo, lo que solo podía significar una cosa: la tenían retenida. Llamar a la policía hubiera sido lo más sensato, de no ser por el hecho de q
Albert por un momento sintió el temor recorrerle la espalda, pero no dejó que sus emociones se filtraran a su rostro. No quería demostrarle a Jacob que tenía temor de que le disparara, así que, con aire de suficiencia, sonrió, aparentando una calma que no sentía.Con una calma asombrosa, se levantó del suelo, apartándose de Andrew, quien lo imitó y se ubicó junto a Jacob.—Dejemos el drama, ambos sabemos que no vas a disparar. Ha quedado más que claro que no eres más que un cobarde —afirmó Albert, mientras se limpiaba con un pañuelo que sacó de su chaqueta la sangre de la nariz de su hijastro. Jacob se enojó y apretó aún más el mango del arma, dispuesto a disparar, cuando Andrew lo frenó. A pesar de que razones no le faltaban, porque solo la golpiza era suficiente para querer vengarse, pero no podía dejar que Park cometiera una locura así, no tras allanar su casa y sin ningún tipo de amenaza justificada.Él mismo sabía como abogado que no habría manera de que saliera libre si le dis
Una gota de sudor trazó un sendero húmedo desde su sien hasta el cuello, y el efecto le causó cosquillas, por lo que sus ojos se movieron debajo de sus párpados buscando en un acto reflejo. Movió la cabeza que tenía colgando en el aire, en un vano intento de despertar, pero el hormigueo seguía molestándole.Todavía con los ojos cerrados, Valery intentó secarla, pero notó algo extraño: sus manos no respondían a la orden de su cerebro. Cuando finalmente abrió los ojos, se dio cuenta del porqué. Las tenía atadas en su espalda y los pies atados a la silla de madera en la que estaba sentada.No recordaba mucho de los eventos que la llevaron a esa posición, ya que lo último que tenía en mente era su intento fallido de escape, sin embargo, y a juzgar por su situación actual, alguien había tomado cartas en el asunto tras su altercado con su carcelero.Todo su cuerpo estaba adolorido. No sabía qué tiempo llevaba en aquella posición, tenía los músculos entumecidos y un calambre le mordía las pl
Un balde de agua fría trajo a Andrew de vuelta a la consciencia y se despertó dando bocanadas de aire como pez fuera del agua.—¡Pero qué demonios! —se quejó, mientras se secaba la cara con la mano y se incorporaba.Cuando abrió los ojos se fijó que frente a él estaba Jacob que lo miraba sin inmutarse. Estaba desorientado y con un leve dolor de cabeza, pero pronto reconoció su apartamento, por lo que decidió calmarse.—Pensé que no despertarías nunca, así que he tenido que tomar medidas drásticas. Lo siento.Su disculpa era más que todo un formalismo, ya que en su cara había todo menos arrepentimiento. Jacob era un tipo rústico, que había crecido en el campo, por lo que no tenía miramientos a la hora de actuar y eso era algo que le gustaba a Andrew.—¿Cómo he llegado aquí? ¿Dónde está Valery? Creí que íbamos a rescatarla… —se quejó él, haciendo ademán de levantarse del sofá húmedo, pero frenándose al instante ante un mareo.De hecho, de no haber sido por Jacob quien le tendió la mano,
La estación de policía estaba repleta cuando Andrew y Jacob atravesaron la puerta principal. A su alrededor, el bullicio era como un murmullo constante acompañado de los teléfonos sonando por todo el lugar. —¿Estás seguro de que esta es una buena idea? —preguntó Andrew entre dientes, mientras estaba todavía junto a la puerta. —No sé si sea buena, pero es la única que tengo y si tienes otra en mente, este es el momento de actuar. Ante las palabras de su padre, Andrew se encogió de hombros. Estaba claro que la situación era mucho más turbia de lo que él alguna vez pensó, por lo que no tenía otra cosa en mente salvo seguirle la corriente, y confiar en que todo tendría efecto y pronto daría con el paradero de Valery. —Buenos días, señorita, me gustaría presentar una denuncia —dijo Andrew con educación a la señora que estaba en el escritorio de la recepción. Ella ni se inmutó y siguió revisando el folio de expedientes que tenía frente a ella, sin siquiera mirarlos. —¿Nombre? —preguntó