Descubierto.

Andrew llegó a casa entrada la noche con la enorme carpeta bajo el brazo, que resguardó de la llovizna como si fuera lo más preciado que tuviera. Al levantar la mirada, se sorprendió de ver que no estaba solo. Por un segundo pensó que se trataba de un ladón, pero en la puerta de su casa, la silueta le resultó familiar y no tardó en reconocerla.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —preguntó sin tanto enojo como antes, aunque igual molesto de verle en su apartamento. —¿Cómo has sabido donde vivo?

Sacó las llaves para entrar, y Jacob esperó paciente a que lo invitara a pasar. Tenía horas afuera, y no se había rendido porque necesitaba ver a Andrew otra vez.

—Hay muchas cosas que sé de ti, Andy, quizás más de las que imaginas. Te he esperado durante mucho rato porque tenemos que hablar.

—Pues lamento desilusionarte, pero yo no tengo nada que decirte. Así que será mejor que regreses por donde has venido, y te lleves contigo toda esa información que crees saber, ya no la necesito. Además, e
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