Capítulo cincuenta y cuatro: Dos extraños viviendo en una misma casa.“Narra Sofia Galanis” Volví a la cama y me quedé tumbada con los ojos abiertos, mirando en la oscuridad. Jamás me había sentido tan sola, jamás me había sentido tan asustada y jamás lo había necesitado tanto.Llevé una mano a través de la almohada para encontrar las mejillas de Apolo y hacer que me mirara.—Siento lo de antes, Apolo. Claro que te deseo, siempre lo he hecho.AúnÉl todavía no me miraba, sino que tenía la cara rígida, mirando al techo, así que yo hice lo único que podía hacer, mostrarle lo mucho que lo deseaba.Me acerqué a él y lo besé, deseando que su boca respondiera, pero no lo hizo. Apolo seguía rígido bajo mi cuerpo. Yo intuía que tal vez le había hecho daño, que lo había rechazado, y de pronto parecía que tenía que poner todo en orden, restituir la cercanía con el único lenguaje con el que Apolo quería hablar. Sí, era mi marido. Sí, habíamos hecho el amor una y otra vez, pero nunca había sido y
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