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Todos los capítulos de La venganza de un idiota: Capítulo 31 - Capítulo 40
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31. Una noche especial
La música continuaba sonando, mientras Allie y Gabriel continuaban sumergidos en ese beso que no querían cortar. Pero como nada dura para siempre, el carraspeo de una mujer a su lado, les rompió el momento, por lo que se soltaron como si les hubiese dado la corriente. —Siento interrumpir, pero la Hermana Regina y otros invitados, se quieren despedir —dijo una avergonzada Charlotte. —Yo… Si me disculpan, vengo enseguida —respondió la enfermera, con las mejillas sonrojadas. Gabriel no pudo evitar seguirla con la mirada, mientras comenzaba a sentir el vacío que dejó la ausencia de Allie en él. —Es preciosa, ¿verdad? —comentó Charlotte, a lo que el castaño asintió, sin decir una sola palabra—. Acompáñame —pidió, señalándole la mesa donde se encontraba la Hermana, junto a otras mujeres. Allie caminó lo más rápido que pudo al baño, cerrando la puerta detrás de sí. Su corazón latía con fuerza en su pecho y como acto reflejo, llevó sus dedos a sus labios, los cuales acarició lentamente,
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32. ¿Una mala pasada?
Gabriel se desplomó al lado de Allie, mientras aún regulaban su respiración. Pasaron unos minutos sin que ninguno reaccionara o dijera nada. —Creo que… —Antes de que pudiera hablar, Gabriel volvió a besarla y ella se dejó llevar de nuevo por la pasión. Sus cuerpos se amoldaban a la perfección y no repararon en disfrutarse sin reservas. —Estoy agotada… —musitó Allie, somnolienta y cansada, después de varios orgasmos más. Se acomodó sobre su pecho, tomándolo por sorpresa y así se quedaron por unos momentos, hasta que notó que se había quedado profundamente dormida. Él también se sentía agotado, así que pasó su mano por la espalda desnuda de su compañera, acariciando la suavidad de su piel y se relajó tanto, que se dejó llevar por el sueño. (...)Allie se removió en la cama, cuando la luz del sol entró por la ventana. Abrió los ojos e intentó moverse, ya que se sentía un poco acalorada. En ese momento, se dio cuenta de que sus pies estaban enredados con los de Gabriel y recordó todo
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33. ¡Tú no eres así!
Comenzó a mover la cabeza en señal de negación, mientras Becky y su marido, se miraban cómplices con una amplia sonrisa. El silencio de Gabriel, dejaba en claro sus sentimientos y sabían que para su amigo, no sería nada fácil reconocer lo que le estaba sucediendo.—Bueno, y ¿qué más hicieron en Nueva York? —preguntó Becky, para comprender el contexto.—No quiero hablar de eso… —pidió Gabriel, comenzando a probar la comida, pues estaba hambriento y recién se había percatado de aquello—. Esto está riquísimo —mencionó, con la boca llena.—¿Cómo es que te dejaron venir? —Ustedes son mi familia y son la excepción —respondió—. Me hará bien cambiar de aires —Se volteó a ver a Neil, que cuchicheaba entre susurros con Becky—. ¿Todavía tienes tu vieja motocicleta?—Sí, la tengo en la cochera —respondió Neil, alzando una ceja—. No sé si está operativa, Gabo…—La dejaré funcionando —aseveró—. Necesito poner en orden mi cabeza.—No es necesario que desaparezcas, Gabo. Puedes hablar con nosotros —
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34. Le gustas, no tengo duda de eso
Gabriel llevaba unos días acampando y de alguna manera, estar rodeado de la naturaleza, le había permitido pensar y sentirse un poco más relajado. No estaba seguro si realmente amaba a Allie, o sentía algo por ella, pero no podía negar que la extrañaba demasiado, sobre todo cuando se enojaba y sus mejillas se sonrojaban por los corajes que le hacía pasar, incluso notaba que arrugaba la nariz, como lo hacía Timmy cuando sonreía. Si bien era cierto que sus planes iniciales, eran quedarse con toda la herencia, para vengar a su padre, ahora estaba tan confundido como para pensar con claridad y tomar una decisión, que necesitaba saber la verdadera historia de su abuela y así poder entender todo lo que sucedió. Sus abuelos, los padres adoptivos de Raymond, siempre fueron cariñosos y atentos, por lo que nunca entendió por qué su padre no valoró eso, ya que tuvo mucha suerte en tener una familia que lo llenara de cariño, el que nunca fue suficiente él. —Hola, guapo —Lo saludó una chic
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35. ¡Desperté a tiempo!
El día inició movido para Allie, ya que Gina la había llamado muy temprano en la mañana, para pedirle que la acompañara al centro comercial.—Buenos días —saludó al entrar en la cocina. —Buenos días, mi niña. Ya te sirvo el desayuno —respondió Emma, poniéndose de pie.—No te preocupes, Emma, voy de salida y obligaré a Gina a que me invite el desayuno por sacarme de la cama tan temprano un sábado —dijo divertida.—¿Vendrán Vera y Timmy a cenar? —preguntó la mujer.—Sí, pasaré por ellos de regreso a casa —Asintió—. Que tengan buen día, nos vemos luego —Se despidió, tomando una manzana.—¡Que te vaya bien! —exclamó en despedida—. Por lo menos hoy se ve de mejor ánimo —aseveró Emma.—Creo que ver a su familia, le hará muy bien —rebatió Joseph.Allie aparcó el coche en el gran estacionamiento del centro comercial y se reunió con Gina en la cafetería donde solían juntarse siempre.—Más te vale que me invites el desayuno —bromeó—. ¿Tienes alguna idea de lo que quieres?—Di vuelta mi armario
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36. Te extrañé
Pasó saliva nerviosa y se giró para mirarlo. La pequeña Dafne corrió a su encuentro, él la tomó en brazos y la llenó de besos. Terminó de servirse el desayuno con las manos temblorosas y se sentó al lado de Faith, quien de inmediato se puso de pie para abrazar a Gabriel, emocionada de verlo. —Te extrañé —dijo, mientras el greñudo correspondía a su abrazo.—Yo también, pequeña, ¿cómo estás?—No me puedo quejar, aunque la casa es aburrida sin ti —bromeó, haciéndolo reír. En ese momento sus ojos conectaron con los de Allie, que se veía un poco pálida. —Hola, Allie —La saludó. —Hola —respondió nerviosa, al verlo acercarse. —Ellos son mis amigos Becky y Neil —Los presentó oficialmente, antes que Allie comenzara a desayunar.—Ya nos presentamos, Gabo —dijo su amiga—. Parece que si estabas agotado, pensamos que tendríamos que disfrutar de la piscina sin ti.—No me perdería un día de piscina con mi princesa —mencionó, mirando a la pequeña. —No olvides darnos el tour por la mansión —Le r
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37. Creo que estoy loca
A pesar de la sorpresa, Gabriel correspondió a su beso sin dudar, disfrutando de la calidez y el dulzor de sus labios. Cuando sus lenguas se encontraron, se acariciaron lentamente en una danza rítmica. En tanto la cordura volvió a hacerse presente, Allie cortó el beso y antes de que Gabriel pudiera reaccionar, se volteó para salir de la habitación, pero el castaño la alcanzó rápidamente, tomándola de la muñeca.—Déjame, Gabriel, fue un error —murmuró Allie, con un hilo de voz.Gabriel la jaló hacia él, pegándola lo más posible a su cuerpo, deseando volver a besarla.—Si fue un error, entonces dime… —sonrió de medio lado—. ¿Por qué dormiste en mi habitación? —Allie abrió la boca un par de veces, sin poder decir nada, pues no tenía justificación para ello. Se miraron a los ojos, retándose el uno al otro, para saber quién daría el siguiente paso. Sus rostros estaban a escasos centímetros y la lucha interna, controlando las ganas de volver a besarse los tenía en una guerra de miradas.—
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38. Buenas noticias
La cena transcurrió de manera tranquila, aunque no todos estaban atentos a las conversaciones que estaban aconteciendo a su alrededor. Allie parecía perdida en sus pensamientos, mientras Gabriel, no dejaba de mirarla, pensando en lo mucho que extrañaba volver a sentir la suavidad de su piel. La convivencia se estaba conviertiendo en una tortura y no tenía idea de como enfrentar el tiempo que faltaba. —Gracias por la cena —dijo Leonard a Emma, poniéndose de pie—. Como siempre, estuvo deliciosa. —Nada que agradecer —respondió, la mujer con amabilidad. —Te acompaño a la puerta —ofreció Joseph. —Nos vemos el sábado —señaló a Gabriel y Allie—. No me fallen, es importante. —No lo haremos —aseguró Allie, obteniendo una mirada molesta de Gabriel. —Si ella lo dice —bufó, pero nadie le prestó atención. Apenas se fue el abogado, Gabriel recogió su plato y lo llevó a la cocina. —Buenas noches, señoritas —Se despidió.—Descansa, hijo —dijo Emma—. Mi niña, deja que Faith se encargue de los
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39. El regalo de Martha
Gabriel se despertó ansioso por encontrarse con Allie. Verla llegar tan agotada la noche anterior, le oprimió el pecho y no entendía ese afán que tenía por trabajar tanto, si ahora podía contar con más apoyo económico al recibir la mensualidad que le dejó su abuela. Misma razón que lo llevó a negarse cuando la enfermera aceptó la propuesta que tan estúpidamente le hizo tiempo atrás, pensando sólo en sí mismo y en la honra de su padre, de la que cada día estaba más dudoso.Se desperezó en la cama y se apresuró en ir al baño, lavarse los dientes, la cara y bajar, deseando encontrarla desayunando en la cocina, conversando alegre con Emma y Faith.Bajó las escaleras animado y cuando entró en la cocina, sólo vio a Emma, que terminaba de lavar los trastes del desayuno.—Buenos días —saludó—. ¿Dónde está todo el mundo? —preguntó intrigado.—Buenos días, hijo —respondió la mujer—. Joseph fue a dejar a Faith a los Scouts, Allie salió muy temprano en la mañana —Se quejó —, no sé de dónde saca e
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40. El diario
—¿Estás bien? —preguntó Allie, preocupada. —Ahora me siento mejor —respondió, abrazándola con fuerza e inhalando su aroma. —Sé que todo esto debe ser difícil para ti, pero también estoy segura que lo mejor es que conozcas la verdad y qué mejor que contada por tu abuela. —Lo sé —suspiró— ¿Puedo pedirte algo? —Se alejaron un poco para mirarse a los ojos. —Sí. —No quiero hacer esto solo —pidió—.¿Me acompañarías a leer el diario? —Esa petición la tomó por sorpresa, ya que imaginaba que al ser algo tan privado, lo mejor era que lo hiciera solo, pero al ver la manera en la que había reaccionado con la primera página, necesitaba estar a su lado para apoyarlo. —Por supuesto, te acompañaré —afirmó. —Gracias —contestó Gabriel. La tomó de las mejillas y depositó un tierno beso en su frente—. Eres tan especial, que ahora entiendo porque mi abuela te consideró para su herencia —Allie lo miró sorprendida. Si bien era cierto que las cosas entre ellos no habían iniciado de buena manera
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