Luciana miró a las personas que caminaban por las calles mientras el carro avanzaba. Sonrió sintiendo la ligereza en su interior. Se sentía bien… No, se sentía excelente.El miedo ya no la despertaba por las noches. Habían pasado algunos días desde que la policía había atrapado a Rodolfo —o al menos esa era la noticia oficial— y él estaba en la cárcel, sin posibilidad de salir bajo fianza, hasta el día del juicio. Él ya no estaba allí afuera tratando de encontrarla y hacerle daño. Luciana no tenía que vivir mirando sobre su hombro por el resto de su vida.Y pronto, cuando obtuviera su divorcio, sería por completo libre. Giacomo le había explicado que con todos los cargos de Rodolfo tenía en su contra, el juez firmaría el divorcio, sin importar si él estaba de acuerdo o no.—¿Todavía no piensas decirme a dónde vamos? —preguntó girando la cabeza.—Lo descubrirás dentro de pronto. —Ignazio le dio una sonrisa antes de regresar su atención a la pista.Él había estado toda la tarde fuera, h
Leer más