LEONARDEstaba tan sorprendido que aún no sabía cómo reaccionar, estaba nervioso, claro que sí, estaba ansioso, preocupado y molesto, podría perderla por culpa de Diane.—Bueno—contestó lentamente—, creo que puedo esperar.No me esperaba que ella aceptara tan tranquilamente, quizá estaba a punto de darme un infarto de tantas emociones.No le quité los ojos de encima, parecía tan radiante y decidida, tan bella con esta luz de luna.Sus cabellos parecían platinados, su rostro enmarcado por ese fleco, sus ojos eran casi del mismo color que las lámparas ambarinas del Vesubio, sus mejillas ligeramente sonrojadas por el calor, sus labios entre abiertos que dibujaban una tranquila sonrisa, esta era, sin duda, una de las mejores imágenes que atesoraría de Audrey Eadlyn Vial.Sin embargo, no podía dejarla con una esperanza de la que ella dudara, más bien era la inseguridad mía, ella no debía enfrentarse a esto, no se lo merecía, así que no pude contenerme a decirle.—¿Estás segura?Por favor,
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