Capítulo 110. Aún me amas
La entrepierna de Adelaide se empieza a manifestar con un cosquilleo delicioso, solamente con esas palabras, uno que no sentía hacía demasiado tiempo. Su piel se empieza a erizar ante el rozar delicado de los dedos de Egil en su pezón. Como arte de magia, una gota de leche se asoma en la punta y Egil no duda en llevar su boca hasta allí y succionarlo. La joven cierra los ojos con fuerza, incapaz de soportar las sensaciones tan abrumadoras que recorren su cuerpo. Egil succiona con ahínco, cambiando de un pecho a otro, como si no se decidiera cuál de ellos le gusta más. Sus ojos están cerrados al igual que Adelaide y disfruta de ese manjar que sale del cuerpo de su esposa como si fuese el elíxir de la juventud eterna. Es algo que se supone, no debería excitarlo, pero lo hace, sentir la leche de su esposa, derramarse en su boca y deleitarse de su sabor, lo excita mucho. De un momento a otro, Egil posiciona dos de sus dedos en su entrada y comienza a rozarla lentamente mientras con el
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