GINAEl teléfono de Blake empieza a sonar de madrugada, casi a las tres y media y de un salto estoy fuera de la cama. ¡Es Josh!—Blake, Blake —lo llamo y lo sacudo.Él gruñe pero no hay tiempo para eso. Llevamos días muy atentos a su embarazo, debía haber salido de cuentas la semana pasada y como no lo hizo, estos días ya ni siquiera salen de su casa preparados para correr al hospital.Cojo su teléfono mientras lo arrastro fuera de la cama.—¡¿Ya?!—Sí, ya, estamos en el hospital —me responde Josh y nunca lo he escuchado tan vuelto loco—. No me dejan estar con ella todavía hasta que entre al paritorio. Irá para largo, dicen.—¿Vamos?¿Tenemos que ir? Para Josh, Blake es su hermano y dice que somos su única familia (ahora junto a Lilly y su hijo). Igual quiere que estemos allí, y yo quiero estarlo para Lilly.—No hace falta que estéis aquí ahora, venid por la mañana. Es solo que... Estoy jodidamente nervioso y no sé qué hacer. Funciona así, ¿verdad? El que no me dejen estar con ella.—
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