Una mañana cuando llegamos al taller está lloviendo tan fuerte que atravesamos por recepción hasta el despacho. —Como llueve, ¿no jefe? Buenos días, Gina.—Hola, Ben —digo.Blake gruñe y se revuelve el pelo mojado. Dije que tendríamos que haber salido con paragüas. Me coge de la mano y me lleva hasta la puerta del despacho que conecta con este interior. Si no hubiera una tormenta tan intensa seguro que hubiéramos escuchado antes de abrir la puerta.—¡Joder!Cerramos la puerta enseguida y no sé si reirme o preocuparme de que me esén arrugando todos los papeles.—¿Y ahora qué? —dudo.—Yo te he dicho que era un día de mierda y tendríamos que habernos quedada en casa a follar como ellos.Estoy a punto de admitirle que tiene razón, pero se escucha el ajetreo dentro del despacho y Josh sale casi tropezándose con Lilly detrás arreglándose la ropa.—¿Vienes a eso? —le regaña Blake y le tiro de la camiseta.No puede reprocharles algo que nosotros hemos hecho infinidad de veces.—Joder —suelta
Llego a casa empapada. El paragüas no me ha servido de mucho y lo tiro de mala gana al paragüero cuando entro en casa. Enseguida los pasos rápidos de Blake se aecrcan y aparece en el pasillo de la entrada. Puede que sea la primera vez en días que me mira así, preocupado.—Voy a ducharme, cuando salga tenemos que hablar —digo antes de darle tiempo a decirme nada.—Gina...Le paso por el lado, sé que estoy mojando el suelo pero no me importa. Me sigue hasta el baño pero me encierro y lo escucho trastear con el pomo.—Gina, abre, por favor.No soy tan fuerte como para ignorarlo así que pongo música en mi teléfono que se mezcla con el sonido de la ducha. No me atrevo a salir del baño hasta que estoy seca de pies a cabeza y envuelta en una toalla camino hasta la habitación. Al pasar por el salón Blake me mira sobre el respaldo del sofá y por suerte no me sigue porque así puedo tener unos últimos segundos de pensar mientras me pongo el pijama.En el salón hay mucho hueco a su lado en el sof
—¡Gina! —me grita Lilly al teléfono—. Necesito que vengas, ¡ya!Blake me mira sentado en el sofá a mi lado.—¿Ahora?—¡Sí!Muy a mi pesar me levanto del sofá y Blake me echa "esa" mirada de inconformidad. Estábamos tan cómodos aquí acurrucados.—Me llevo el coche, ¿vale? —digo.—Que sepas que la odio.Sé que no lo dice enserio así que le doy un beso y me visto deprisa con lo primero que encuentro antes de salir volando. Espero que contra antes me marche antes llegaré. El tramo entre su piso compartido y el nuestro es de unos diez minutos en coche y cuando llego parece que las dos ya llevan un buen rato esperándome. Tina me arrastra hasta el marco de la puerta de su baño y casi me caigo de culo.—¿Va enserio? —dudo, boquiabierta.—No me ha bajado todavía.Miro a Lilly a las dos pruebas de embarazo sobre el lavabo. ¿Esto está pasando de verdad? Aunque más estupefacta que yo está ella.—¿Y a qué esperas? —musito y la empujo dentro del baño—. Estamos aquí fuera.El silencio es sepulcral.
GINAEl teléfono de Blake empieza a sonar de madrugada, casi a las tres y media y de un salto estoy fuera de la cama. ¡Es Josh!—Blake, Blake —lo llamo y lo sacudo.Él gruñe pero no hay tiempo para eso. Llevamos días muy atentos a su embarazo, debía haber salido de cuentas la semana pasada y como no lo hizo, estos días ya ni siquiera salen de su casa preparados para correr al hospital.Cojo su teléfono mientras lo arrastro fuera de la cama.—¡¿Ya?!—Sí, ya, estamos en el hospital —me responde Josh y nunca lo he escuchado tan vuelto loco—. No me dejan estar con ella todavía hasta que entre al paritorio. Irá para largo, dicen.—¿Vamos?¿Tenemos que ir? Para Josh, Blake es su hermano y dice que somos su única familia (ahora junto a Lilly y su hijo). Igual quiere que estemos allí, y yo quiero estarlo para Lilly.—No hace falta que estéis aquí ahora, venid por la mañana. Es solo que... Estoy jodidamente nervioso y no sé qué hacer. Funciona así, ¿verdad? El que no me dejen estar con ella.—
GINA—¡Blake! —grito.Hay un ajetreo enorme fuera de la habitación en la que nos hemos acoplado, no sé cual de todos los pasos son los de Blake hasta que golpen la puerta y corro a abrirle.Aun no sé en qué momento Ted y mi madre decidieron derrochar tanto para su boda.Prácticamente han alquilado un castillo para la ceremonia y hemos dormido aquí, aunque no mucho porque mi madre está hecha un manojo de nervios y me ha despertado súper pronto para que le ayude con los retoques y que estuviera atenta al personal que tenía que llegar: catering, maquillaje, estilista, peluquero, el cura... No sé de dónde se han sacado tantos invitados, ¿de verdad los conocen a todos?Su cuerpo grande y bien enfundado en el traje entra en el cuarto y cierra con seguro detrás de él. Veo como se relame los labios y a mi ganas no me faltan para dejar que me desnude. Necesito quitarme el estrés de estas semanas.Cuando Ted se lo pidió el año pasado me alegré muchísimo por ellos, por mi madre que se merecía se
GINAUna noche, cuando Blake no llega hasta pasada la madrugada, todavía estoy despierta quedándome dormida en el sofá cuando escucho como abre la puerta del apartamento. Intenta no hacer ruido pero se tropieza con algún mueble y se le caen las llaves al suelo.—Joder —gruñe.No enciende ninguna luz pero su silueta, tan grande y majestuosa, aparece por el pasillo de la entrada hasta el salón y va directo a nuestra habitación.—¿Blake? —susurro.Me agazapo por el respaldo del sofá y él me encuentra en la oscuridad. Siento sus pasos más pesados cuando se acerca y flexiona los brazos al apoyarse en el sofá, acercándose a mi como un depredador. Huele a alcohol y a tabaco.—Hola, guapa —me dice.Sonrío.—Hola, guapo. ¿Vienes del bar? Se te nota.Aun así me estiro para darle un beso y saborearlo.—Te quiero —me dice con su voz ronca y algo pasada de cervezas. Me hace reír—. Dímelo. Di que me quieres.—Yo te quiero más, Blake.Gime en mi boca y me acaricia con su lengua.—Tengo algo para ti
GINAMe gustaba estudiar para esforzarme. Estaba trabajando duro durante los últimos años de instituto para conseguir una beca universitaria. Y lo estaba consiguiendo. Tenía unas notas increíbles y llevaba adelantados los trabajos a dos semanas de presentarlos.—¿Gina? Acompáñame, por favor.Levanté la cabeza de mis deberes y me acongojé porque toda la clase estaba mirándome. El director de orientación del instituto me hizo un gesto y recogí mis cosas. Había tenido varias charlas con él para que me aconsejara formas de recibir más oportunidades para una futura beca, por eso estaba metida en el club de matemáticas y me apuntaba a un montón de actividades extras, porque eran puntos positivos en mi expediente académico.—¿Qué pasa? —le pregunté, persiguiéndolo por el pasillo.Me miró sobre sus gafas algo torcidas con la patilla pegada con celo.—Sé que siempre haces cosas para mejorar tu expediente. Hay otro estudiante que necesita algo de ayuda con las matemáticas.—Oh, puedo ayudarlo.
BLAKEEra una niñata exótica. Bastante atractiva pero bastante reprimida.—¿Siempre vienes aquí? —me preguntó.Casi no la oí con todo el embrollo del bar del polígono.—Sí.—Pues no hacía falta que me agradecieras tanto.Se notaba que nunca había pisado un sitio como ese con el ambiente tan cargado. Sin ser mayores de edad conseguí dos cervezas. Ni siquiera yo mismo sabía por qué estábamos allí, por qué la llevé. Quería creer que era porque se lo debía.—Te acostumbrarás —le dije y le acerqué su cerveza. La olió—. No seas cría, es una cerveza.—No soy cría, pero no podemos beber.Sí, era justo lo que pensaba de ella. Había muchas chicas que me parecían igual que ella: chicas sin experiencias, y me parecían irritantes. Sin embargo Gina tenía algo más. Al principio era un reto personal porque había estado con muchas chicas y ninguna era asiática, un reto interesante teniendo en cuenta lo contradictoria que era.Sabía como me miraban las mujeres, sabía como Gina me miraba y eso me ponía