Raquel se detuvo frente al escritorio de Ana, su secretaria, que solo la observó mientras esta resoplaba con cansancio. —¿Tenía alguna cita para hoy? Preguntó Raquel con voz tenue con la ausencia de la sonrisa que todos los días le brindaba a Ana. —¿Eh?… Sí, sí, era con el señor Castro, para hablar sobre los detalles de su línea que lanzara en unas semanas. —Cierto. Raquel se frotó su frente un poco estresada porque, de no haber llegado tarde ese día, podría haber cumplido con su agenda sin problemas. —Le dije que mañana lo atendería. Soltó Ana al ver que Raquel se notaba preocupada.] —Bien, sí, mañana a primera hora lo atenderé... Gracias Ana. Bueno, me iré a trabajar porque si no me seguiré atrasando. Sonrió un poco con lo último que había dicho, tratando de recuperar el ánimo de los días anteriores. —Sí. Licenciada. Raquel entró ante la mirada de los demás que trabajaban, Alexander la observó y ella solo sonrió gentilmente. Él no pudo evitar ver un poco de la hinchazón de
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