Luego de algunos días, la pareja estableció un ritmo. Jeremy siempre era el primero en despertar, y si Coco no lo urgía para salir, la despertaba a ella para hacer el amor. Jennifer nunca se negaba, ni decía estar cansada, ni tener dolor de cabeza, ni le pedía que la dejara dormir. Era la esposa perfecta. Sólo le incordiaba un poco cuando elegía mal la ropa. Era capaz de hacerle cambiar todo el atuendo que ya había elegido sólo por un detalle, pero él se dejaba guiar. Había notado que lo miraban diferente desde que ella le elegía la ropa, y era para bien. Luego de que él se iba a trabajar, si no tenía clases, Jennifer se encargaba de las cosas de la casa, de Coco, iba a visitar a su madre, o simplemente, dormía otro poco. El personal de servicio se había ido reduciendo con los días, y los que quedaban, hacían lo posible por conservar su empleo. Cuando al fin una decoradora tuvo tiempo para visitarla, Jennifer se emocionó. Por fin iba a dejar atrás esta casa que parecía el vómito de
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