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Todos los capítulos de FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD: Capítulo 181 - Capítulo 190
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MUÑEQUITA. CAPÍTULO 16. Un asunto personal
No era broma, Mitch podía ser peor, mucho peor, pero no lo había sabido hasta el momento en que Grace se había desmayado en sus brazos en aquel auto volcado. Después todo había sido angustia y espera, y cada una había alimentado aquella voluntad de retribuir cada herida y cada lágrima que había recibido su muñequita.Por suerte o por desgracia, de la impulsividad de su padre biológico no había sacado, nada, en lugar de eso prefirió tomarse todo un día hasta poder a Gerson Cassidy a mano sin necesidad de exponerse. Y ahora lo tenía allí, atado a una silla en un lugar abandonado lejos de la ciudad.Y aunque nadie nunca le había enseñado cómo, a medida que las palabras salían de su boca, podía notar que realmente tenía habilidad para causar verdadero terror. Mitch colocó aquella radiografía contra una lámpara de luz blanca junto frente a Gerson, dejando que viera todo lo que había provocado y el jefe de policía arrugó el ceño sin comprender lo que estaba observando. Sus ojos se posaron
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MUÑEQUITA. CAPÍTULO 17. Te amo...
Grace se despertó un poco más tarde esa noche, y sonrió despacio al ver a Mitch sentado junto a ella. Tenía la misma expresión de preocupación y agotamiento que se había grabado en sus facciones desde el accidente, pero su mirada estaba llena de calidez y compasión.—Hola dragoncito —murmuró apretando su mano y él le acarició la cabeza como si fuera una niña.—Hola muñequita. ¿Cómo te sientes?—Como si me hubiera atropellado un camión... ¡Ah, espera, eso sí pasó! —intentó reírse pero vio que Mitch pasaba saliva—. OK, muy pronto para que sea una broma.—Todo el mundo estaba muy preocupado por ti, Gracie —dijo él en voz baja. Extendió la mano y le apartó un mechón de pelo de la frente antes de acariciar su mejilla—. Pero te pondrás bien. Sólo tenemos que cuidarte.—¿Tú también estabas preocupado?—Yo me estaba muriendo, muñequita —confesó Mitch mientras sus ojos se ponían brillantes—. Y voy a seguir muriéndome hasta que te vea salir de aquí por tus propios pies...—¡Oye, oye! —Grace tir
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MUÑEQUITA. CAPÍTULO 18. Hora de volver al infierno
Mitch se despertó sobresaltado por un fuerte golpe. Permaneció inmóvil durante unos segundos, sintiendo que apenas podía respirar, antes de que su corazón empezara a acelerarse y se incorporara rápidamente. Entrecerró los ojos para protegerse de la luz matinal que entraba por la ventana de su habitación, intentando comprender lo que acababa de ocurrir... pero el golpe que había escuchado solo venía de su pesadilla, y los gritos de Grace también.Se levantó de la cama con el corazón latiéndole con fuerza mientras buscaba desesperadamente el botiquín de su baño. Alcanzó uno de los viales y se clavó la pequeña aguja en un costado sin dudarlo ni un instante.Hacía años que no tenía crisis grave porque era precavido, y en aquel momento exacto sabía que lo que estaba provocándolo era simplemente psicológico. Aun así exhaló más calmado y salió al pasillo, con los pies descalzos en silencio contra el suelo de madera. Bajó sigilosamente las escaleras y tomó aquel ramo de flores que había recib
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MUÑEQUITA. CAPÍTULO 19. Soldado caído
TRES MESES DESPUÉS.Mitch gruñó con frustración mientras se quitaba a aquella chica de encima. Aquella prometía ser una noche bastante decente, mucho alcohol en la fiesta de la fraternidad de sigma y un club de fans del que había seleccionado estratégicamente a la pelirroja más nalgona. Toda una pérdida de tiempo para tener que sacarla de encima suyo cuando ya estaba más desnuda que striper agarrada de un tubo.Sacudió la cabeza, tratando de olvidar aquella frustración, pero era del todo imposible, así que se puso la playera, que era lo único que le había dado tiempo a quitarse y escuchó a la chica protestar.—¡Oye! ¿Me vas a dejar así?—Lo siento, linda, pero no alcanzas para que el cansancio valga la pena —sentenció Mitch y salió de allí con aire de hombre de hombre decepcionado, aunque nadie podría imaginar la verdadera razón.Bajó las escaleras y se unió a la fiesta de nuevo, bebiéndose dos vasos de cerveza uno tras otro para que se le olvidara el mal rato, pero dándose cuenta de
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MUÑEQUITA. CAPÍTULO 20. ¡Hay que ver que las Black tienen talento para hacernos sufrirrrrrrr...!
Mitch sintió que la boca se le secaba cuando vio a Grace allí. Parecía más delgada y visiblemente agotada. Se notaba que había perdido peso y sus ojos parecían más grandes y oscuros en contraste.—Lo siento... —murmuró ella con una sonrisa medio triste y medio resignada—. Ya no me sale decirte así, creo que mejor nos quedamos con "Michael", es un nombre bonito después de todo.Mitch frunció el ceño y trató de fingir que aquello no le dolía como de verdad le dolía, pero apenas ella hizo un gesto para tratar de caminar, su primer instinto fue correr hacia ella. Quiso ayudarla a sentarse, pero Grace hizo un gesto preciso que indicaba que ya podía valerse por sí misma, aunque fuera difícil.La vio por un momento, abrumado, antes de apartar la mirada, y cuando habló, su voz era tensa.—¿Puedo ayudarte en algo? ¿Necesitas...?—No vine a verte a ti —respondió Grace y aunque su tono no era cortante, se notaba que estaba abriendo la distancia y la profundidad de un abismo entre los dos—. Vengo
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MUÑEQUITA. CAPÍTULO 21. El dios de la muerte
Grace se sentaba todos los días en la sala de espera del consultorio del terapeuta físico: Aunque estaba determinada a mejorar, era imposible que no se le notara lo deprimida que se sentía. Al principio Seth iba a la mansión Black a ayudarla con la rehabilitación, pero a medida que pasaban las semanas se daba cuenta de que tenían que sacarla de allí o no haría ningún avance.—Tiene que ver gente, conversar, arreglarse. Si sale del pijama para la ropa de rehabilitación y viceversa, se va a deprimir aún más —les dijo a sus padres—. A partir de ahora la rehabilitación va a ser en mi consultorio. Póngale la ropa de deporte en una bolsa —le indicó a Elisa—. La deja en la puerta y se va, que tenga que cambiarse sola, hacer el esfuerzo por sí misma y pasar vergüenza si mis otros pacientes la ven despeinada.Kainn y Elisa no tuvieron más remedio que acceder porque el médico tenía razón, Grace solo quería estar en la cama todo el día. Así que a partir de ese momento ella no tuvo más remedio qu
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MUÑEQUITA. CAPÍTULO 22. No vuelvas más
Mitch se despertó sobresaltado con el estruendo de aquel cubo de agua fría cayéndole encima, mientras su tío Kainn gritaba.—¿¡TÚ QUÉ CARAJOS HACES DESNUDO EN LA CAMA DE MI HIJA!?—¿¡Eh!? ¿Yo...?—¿¡No es suficiente con que el gallino de tu primo se haya salido del tiesto con Faith!? —rugió Kainn—. ¡Tienes diez segundos para contestarme qué diablos haces aquí!—¡Espera tío...!—¡Nueve...!Kainn estaba enfurecido, sus ojos llenos de ira como si estuviera dispuesto a echarle a Mitch encima toda su colección de escorpiones para que confesara lo que estaba haciendo desnudo en la cama de Grace. Mitch levantó el edredón y se miró, no recordaba nada de la noche anterior ni tampoco llevaba nada puesto.—¡Joooooder! —exclamó y Kainn casi empezó a echar fuego por las orejas cuando interpretó aquello.—¡Yo te mato, Michael! ¡¿Con qué te doy...?!—Con esto.Alguien puso en su mano una lámpara de pie y Kainn intentó perseguir A Mitch que se lanzaba de la cama envuelto en el edredón.—No, espérate
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MUÑEQUITA. CAPÍTULO 23. La mejor ayuda.
Mitch llegó a la fiesta de recibimiento de Faith con una mezcla de emociones. Estaba ansioso por Charlie, sabía que se iba a poner mal si veía a Faith con otro, y estaba desquiciado por él mismo, porque sabía que le daría algo si era verdad que Grace ya era novia de Seth.—¡Diablos! ¿Qué estoy haciendo aquí? —murmuró mientras entraba y sus ojos peleaban por no buscar a Grace de inmediato.Los patios de la mansión Black estaban llenos de gente, los invitados bailaban, reían y hablaban entre sí mientras esperaban a Faith.A su lado Charlie parecía a punto el colapso y muy pronto se dio cuenta de que él estaría peor; porque en aquel momento la vio, a su muñequita, bebiendo tranquilamente con el brazo de aquel doctor alrededor de su cintura.Estaban hablando y riendo juntos de algo. Mitch ni siquiera necesitaba saber de qué, era evidente la conexión y la intimidad parecía flotar entre ellos.No pudo evitar una punzada de celos, pero si creía que verla sonreírle a otro le causaba dolor, aq
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MUÑEQUITA. CAPÍTULO 24. ¡Dios sabe que te voy a besar!
Mitch se detuvo, congelado en medio del pasillo, el ruido de la música aún resonando en su mente y una imagen peor, la de Grace respondiéndole el beso a su... a su...—¡Es que no puede ser nada suyo! —exclamó dándose la vuelta y Charlie tuvo que sacudirlo un par de veces y empujarlo lejos de allí para que Mitch no saliera a romperle la cara al médico, que obviamente no tenía la culpa de nada.—¡Tienes dos opciones, Mitch! —le espetó Charlie empujándolo hacia un pequeño salón adyacente—. ¡O sales por esa puerta y besuqueas tú a Grace, o sales por esa puerta y la dejas seguir con su vida!Mitch sintió el escozor de las lágrimas en los ojos y sus dientes rechinaron de impotencia. ¡Ese tipo la había besado y ella... ella de verdad le había respondido aquel beso!Un fuego de ira le consumió por dentro aun cuando sabía que todo era culpa suya.—¡Maldición! —gruñó desesperado y Charlie lo empujó hacia una silla.—¡Siéntate! ¡Bébete esto! —le ordenó poniendo una botella frente a él—. Voy a bu
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MUÑEQUITA. CAPÍTULO 25. Nada más
Mitch se movió deprisa, más rápido de lo que Grace podía pensar. Su mano se estampó contra el botón de detener el ascensor y este se paró de inmediato con un ruido seco.Grace sintió como si el tiempo se hubiera detenido, como si la realidad se hubiera detenido y lo único que viera fuera ese intento desesperado de Mitch por impedir que se marchara. Sus ojos ardían con un deseo que ella nunca había visto antes, y el agarre de sus manos sobre sus caderas era tan intenso que no sabía cómo no se derretía allí mismo.—Bájame... Michael —gruñó y solo lo vio sonreír, porque eso exactamente era lo que había estado esperando.Grace no podía hacer otra cosa que mirar, con la respiración entrecortada mientras él acercaba su boca ferozmente a ella, el deseo y la incertidumbre que parecían estar contenidas en un solo espacio.El beso fue esperado y ardiente, y antes de darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, Grace se estaba fundiendo en su abrazo. Sus labios eran demandantes y tentadores cuando
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