Mitch llegó a la fiesta de recibimiento de Faith con una mezcla de emociones. Estaba ansioso por Charlie, sabía que se iba a poner mal si veía a Faith con otro, y estaba desquiciado por él mismo, porque sabía que le daría algo si era verdad que Grace ya era novia de Seth.—¡Diablos! ¿Qué estoy haciendo aquí? —murmuró mientras entraba y sus ojos peleaban por no buscar a Grace de inmediato.Los patios de la mansión Black estaban llenos de gente, los invitados bailaban, reían y hablaban entre sí mientras esperaban a Faith.A su lado Charlie parecía a punto el colapso y muy pronto se dio cuenta de que él estaría peor; porque en aquel momento la vio, a su muñequita, bebiendo tranquilamente con el brazo de aquel doctor alrededor de su cintura.Estaban hablando y riendo juntos de algo. Mitch ni siquiera necesitaba saber de qué, era evidente la conexión y la intimidad parecía flotar entre ellos.No pudo evitar una punzada de celos, pero si creía que verla sonreírle a otro le causaba dolor, aq
Mitch se detuvo, congelado en medio del pasillo, el ruido de la música aún resonando en su mente y una imagen peor, la de Grace respondiéndole el beso a su... a su...—¡Es que no puede ser nada suyo! —exclamó dándose la vuelta y Charlie tuvo que sacudirlo un par de veces y empujarlo lejos de allí para que Mitch no saliera a romperle la cara al médico, que obviamente no tenía la culpa de nada.—¡Tienes dos opciones, Mitch! —le espetó Charlie empujándolo hacia un pequeño salón adyacente—. ¡O sales por esa puerta y besuqueas tú a Grace, o sales por esa puerta y la dejas seguir con su vida!Mitch sintió el escozor de las lágrimas en los ojos y sus dientes rechinaron de impotencia. ¡Ese tipo la había besado y ella... ella de verdad le había respondido aquel beso!Un fuego de ira le consumió por dentro aun cuando sabía que todo era culpa suya.—¡Maldición! —gruñó desesperado y Charlie lo empujó hacia una silla.—¡Siéntate! ¡Bébete esto! —le ordenó poniendo una botella frente a él—. Voy a bu
Mitch se movió deprisa, más rápido de lo que Grace podía pensar. Su mano se estampó contra el botón de detener el ascensor y este se paró de inmediato con un ruido seco.Grace sintió como si el tiempo se hubiera detenido, como si la realidad se hubiera detenido y lo único que viera fuera ese intento desesperado de Mitch por impedir que se marchara. Sus ojos ardían con un deseo que ella nunca había visto antes, y el agarre de sus manos sobre sus caderas era tan intenso que no sabía cómo no se derretía allí mismo.—Bájame... Michael —gruñó y solo lo vio sonreír, porque eso exactamente era lo que había estado esperando.Grace no podía hacer otra cosa que mirar, con la respiración entrecortada mientras él acercaba su boca ferozmente a ella, el deseo y la incertidumbre que parecían estar contenidas en un solo espacio.El beso fue esperado y ardiente, y antes de darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, Grace se estaba fundiendo en su abrazo. Sus labios eran demandantes y tentadores cuando
Mitch se dio cuenta de la realidad cuando lo golpeó como una tonelada de ladrillos. ¡Le había dicho a Grace que se había acabado y ella... pues ella le había hecho caso! —¡No, no, no, señorita, esto no se termina así! —murmuró para sí mismo corriendo tras ella, pero para cuando llegó al salón, sus tíos ya estaban rodeándola y hablando con ella y con el doctorcito. Y tal como estaban las cosas en aquel momento, quizás besuquearla delante de su padre no era la idea más inteligente del mundo. —¡Tú y yo vamos a hablar mañana! —rezongó, pero no dejó la fiesta hasta que no se aseguró de que ella se fuera derechito a casa con sus padres. Durmió inquieto esa noche, y al día siguiente amaneció tocando a la puerta de su tío con la determinación retratada en la cara. —Hijo, ¿cómo estás? —lo saludó su tía Elisa con cariño. —Bien tía, vengo a buscar a la muñequita, me hace falta hablar con ella. —¿A Grace...? —se sorprendió Elisa—. Pues ya se fue, cariño, deben estar volando ahora mismo. —¿
Mitch estaba tirado en aquel sofá, pensando en si no era mejor meterse directamente en el terrario de Ginger para salir de su sufrimiento, cuando recibió aquella llamada de Charlie.—Hola gallino. ¿Cómo te va la vida de recién casado? —preguntó con cansancio.—¡Excelente! Me estoy divirtiendo como si tuviera diecisiete otra vez. ¡Todos nos estamos divirtiendo como si tuviéramos diecisiete otra vez! —recalcó y en un segundo Mitch se envaró en el asiento porque sabía que aquel tono significaba algo.—¿Cómo que "todos"?—Estamos en una fiesta de fraternidad, Faith se volvió a hacer mechas de colores en el pelo y Grace se desató por ella.—¿El quéeee?—Te aconsejo que te apures, porque el concurso de camisetas mojadas en la casa de la fraternidad de Sigma empieza en diez minutos y..."Bip. Bip. Bip"Charlie miró la pantalla de su teléfono y se rio porque sabía que eso bastaba.Los escasos minutos que le tomó a Mitch quemar llantas sobre el pavimento y atravesar el campus hasta la casa de
Mitch tomó su cara entre las manos y la miró fijamente a los ojos, sintiendo el hambre que se desataba entre los dos.Ya no había forma de ocultar la necesidad que tenían uno del otro. La deseaba, quería tomarla, hacerla suya, y dejar que hiciera con él lo que quisiera. Sin mediar palabra, sus labios volvieron a devorarla, haciendo que se le cortara la respiración. Sus manos estaban por todas partes, recorriendo su cuerpo posesivamente como si la estuviera reclamando.—Eres mía... —susurró con desesperación—. Nadie más puede tocarte, muñequita. ¡Nadie más!Grace sintió que el corazón le latía con fuerza a medida que el beso se hacía más profundo. El calor de Mitch encendía un fuego dentro de ella y Grace gimió cuando sintió las puntas de sus dedos rozar sus pechos. Se estremeció cuando su boca abandonó la suya y se dirigió a su cuello, besando y lamiendo cada milímetro de piel por donde pasaba.Mitch la bajó sin dejar de besarla y sus manos se cerraron sobre el pequeño top blanco, rom
Grace despertó con el aliento de Mitch sobre ella, cálido y suave como la seda. El sol brillaba con suavidad a través de la ventana de la habitación, destacando cada músculo que se tensaba sobre ella.—¡Uff, este sí que es un hermoso despertar! —exclamó risueña y se colgó de su boca para dar paso a ese inevitable y perfecto "continuará..."Terminaron sudorosos y sin poder respirar, y Mitch la levantó de la cama para llevarla con él al baño. Mojarla fue otro golpe de adrenalina y finalmente tuvieron que salir corriendo de la casa o de lo contrario no conseguirían salir nunca.—Vamos, voy a llevarte a casa —dijo Mitch con una voz suave y tranquila—. Tengo que hablar con tu padre y mejor salir de eso lo antes posible.Grace asintió y le devolvió la sonrisa. Sabía que con todo lo que había pasado entre su hermana y Charlie sería un poco difícil para los dos, pero no podían acobardarse después de que les había costado tanto llegar a aquel momento.—No te preocupes, todo saldrá bien, mi pad
—Sólo es un sí, muñequita. Un sí es todo lo que necesito hoy y te juro que voy a hacer el hombre más feliz del mundo. Múdate conmigo, Gracie, por favor.Grace sonrió colgándose de su cuello y se paró de puntillas para darle el beso más suave y tierno que Mitch había recibido jamás.—¡Claro que sí! ¡Claro que sí me voy a vivir contigo! —exclamó—. Te amo dragoncito.—¡Excelente! Ya me pegó tu padre, ahora solo falta que me pegue tu madre cuando le diga que voy a sacarte de la casa la familiarLos dos rieron emocionados y de inmediato fueron a contarle a Elisa sus nuevos planes. Para Kainn y Elisa no era nada extraordinario tener a una hija fuera de la casa porque ya Faith hacía varios años que se había mudado sola, sin embargo perder a Grace también los dejaba con un extraño sabor de boca. Uno que pasaría muy pronto porque sus mejores amigos, Mala y Moe, los invitarían nada menos que a un viaje por el mundo —¡chicos no incluidos!—.Seis horas después Grace dejaba su maleta, la primera