—No puedo creer que le des la razón a ese tipo, soy tu hija y debes de estar de mi lado, mamá.—Cuando aprenderás a mantener la boca cerrada, Dayana. Ya fue suficiente de tus berrinches, toma tus cosas y vamos a casa.—Esto es insólito, no puedo creerlo. Dominick, dile algo, no te quedes callado y mirando como un idiota.— ¿Qué quieres que le diga? si hablo, me puede ir peor que a ti, mejor déjalo así y vayamos a descansar un poco que nos hace falta.—No lo puedo creer, tan hombrecito que te ves y le tienes miedo a mi madre, esto lo tiene que saber Yen.El padre de Dayana no paraba de reír por las ocurrencias de su hija, pasó a mi lado palmeando mi hombro para llevarse a su esposa al auto que esperaba afuera. No me quedó de otra que tomar a Dayana de la mano, y dirigirla al coche para marcharnos del hospital, mientras no dejaba de quejarse por la acción de su madre.En el trayecto a la villa, todos decidieron ignorarla para ver si de esa forma guardaba silencio. El cansancio terminó v
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