En ese instante, la puerta se abrió abruptamente, interrumpiendo el intenso beso que compartían.—Veo que se están entendiendo muy bien —intervino Eda con una sonrisa amplia.La vergüenza invadió el rostro de Sabrina al ser descubierta por su amiga. Heracles, levantándose de la cama, se acomodó en la silla cercana.—Amiga, ¿dónde estabas? Bueno, lo que viste, eje, simplemente sucedió en el momento, ya sabes —expreso nerviosa lanzando una mirada a Heracles que estaba igual que ella—. ¡Ay, amiga, fui yo quien lo besó primero! —concluyó, haciendo un puchero avergonzado.—Eda, ella no tiene la culpa. Sabes a qué se debe, —explicó Heracles, tratando de hacerle entender a su prima que es llamado de la conexión entre ellos.—No se preocupen, tortolitos —se acercó a la cama y se sentó en la punta de ella, miró a su amiga con una sonrisa tierna y le preguntó—. ¿Cómo te sientes, Sabri, y qué tal la compañía?—Estoy bien —abrió los ojos de repente, sorprendida—. Amiga —vociferó con asombro—, se
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