—César, no soy feliz, aparento serlo, porque es mi manera de ser, desde hace mucho no lo soy. Me encanta un lado de Sandra, pero el otro es mezquino. Ahí donde la ves con esa nobleza hace mucho, me di cuenta de que no lo es tanto, solo es una fachada. » Por eso, mi en mi cabeza las comparo, no es correcto, sin embargo, lo hago. Por momentos, como los de hoy, me planteo la pregunta de qué sería de mi vida si Virginia fuera mi esposa y no Sandra. —¿Por eso nunca te quisiste casar por la iglesia? Sonrió, se acabó la segunda cerveza, yo aún tenía la primera. Esta vez pidió dos, me apuré para acabarla. —Pensé que nadie se había dado cuenta. Fernanda después de haber terminado con Virginia no me habló por unos meses, le hacía mala cara a mi esposa, luego Sandra se las ganó. Pero hay algo en mi pecho que no me deja estar al 100% en calma con ella, algo no me deja. —No soy bueno para estas vainas de aconsejar. Mi vida es un desastre, en mi cabeza era uno y en la realidad, otro. Pero habla
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