—¿De qué estás hablando, mi amor? Nunca podría llegar a mentirte — señaló a Jacob—. ¿Qué le dijiste a mi hija, cretino?—La verdad y nada más que la verdad, suegrito — sonrió, encogiéndose de hombros.—¡Deja de ser tan descarado, papá!—Cora, mi amor, hablemos tú y yo a solas, ¿sí? Lo que este tipo te haya dicho, es mentira. Por favor, cree en mí.—Bien, hablemos — accedí, aferrándome de la mano de Jacob—, pero mi esposo se queda con nosotros.—Tu esposo es un vil mentiroso y un maldito estafador.—¿Y tú qué eres entonces? ¿Acaso no me mentiste y, de paso, me vendiste como si me tratase de un objeto? Cuéntame, ¿qué tipo de padre le haría eso a su propia hija?—Lo estás viendo de una mala manera, mi amor — sacudió la cabeza—. No te vendí ni mucho menos te dije mentiras. Fue un trato que él mismo propuso y yo acepté.—¡Ya no más! — exploté—. ¡Sé la razón por la que me ofreciste! Déjame decirte que me siento muy decepcionada de ti y de mamá. No puedo creer que hayas jugado con el rumbo d
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