Tras la boda de Zeus y Beverly, como estos se han ido de luna de miel, a Luna le ha tocado hacerse cargo del restaurante, aunque en un horario más acotado para no estresarse tanto porque Beverly representa la mitad de la fuerza en aquella cocina.—¡Vamos chicos, nos queda la última hora! —dice con una enorme sonrisa y todos la imitan.La verdad es que los comensales casi se pelean los puestos, pero sigue siendo abierto. Aunque Zeus le propuso usar el sistema de reservas, ella le dijo que no, porque quería que siguiera siendo espontáneo.Para cuando sirven el último plato, se deja caer en una silla que los chicos le han dejado allí para que descanse los pies cada media hora, se quita los zapatos y cierra los ojos mientras acaricia su vientre.—Alguien está descansando bastante bien, al parecer —le susurra Jack al oído y ella sonríe, buscando sus labios—. ¿Ya estás lista?—Esperemos a que terminen de limpiar, nos queda al menos una hora, te invito a mi oficina, que más parece guardería
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