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Todos los capítulos de Un Trato Con La Bestia: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capitulo Treinta
Soy el idiota que pretende entrar en tu paraíso, haces bien en darme la espalda y negarte a escuchar mis palabras.Dominic Le coloco el algodón con un poco de alcohol debajo de la nariz, lo que le ayuda a reaccionar, se queja con incomodidad haciendo que me sienta todavía más culpable de lo que ya me siento. Abre sus ojos y su mirada azul se posa en mi cara por un segundo con calidez antes de convertirse en una mirada dura y acusadora.—¿Te sientes bien? —pregunto a pesar de que con sus gestos me da una clara orden. Que me largue.—Gracias por preocuparte, pero ya estoy mejor.Intenta levantarse, pero parece estar algo mareada todavía.—No te levantes, te desmayaste, será mejor que te quedes en cama hasta que te sientas mejor —sugiero con suavidad.Es increíble como ella me hace pasar de un estado emocional a otro en milésimas de segundos.—No es nada, no comí bien, eso es todo —alega obstinada y se sienta en el borde de la cama, por lo que me muevo para quedarme de pie frente a ella
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Capitulo Treinta y Uno
Por ti bajaría a las fauces de lo desconocido y pondría de rodillas hasta al mismo Dios, si con eso, logro volver a poseer esa mirada tuya que me hipnotiza.Dominic—De verdad no es necesario, con que no vuelvan a hacerlo es suficiente —interviene Atenea.Su nobleza me hace sentir orgulloso de ella, pero debe entender que en algunas ocasiones es necesario ser un poco cruel, es por esto que me llaman bestia en realidad, por mi inflexibilidad a la hora de demostrar quién es el que manda.—Sigo esperando que se disculpen con mi esposa —observo ignorando la caridad de Atenea.La mujer es la primera en dar un paso al frente, bien, estoy seguro de que ella es quien hizo el primer comentario hiriente, nunca he comprendido esa manía que tienen algunas mujeres de denigrar a otra sin conocer los hechos.—Señora…—De rodillas —interrumpo.—¡Por el amor a Dios, Dominic! —silencio a Atenea con un ademán de mano.Sé que es una humillación, pero si yo puedo hacerlo no veo porque ella o ellos no pued
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Capitulo Treinta y Dos
Siempre estoy pensando en ti, aunque no quiera hacerlo, lograste convertirte en el epicentro de mis emociones y mis deseos.AteneaNo puedo continuar vomitando de esta manera, ni siquiera he comido nada y parece como si ni siquiera pudiera tolerar el aire que respiro, esto es culpa de Dominic, si no se hubiese comportado como un animal, fue tan cruel con esas personas. No debí haberle dicho lo que les escuche decir, en parte es mi culpa por creer que reaccionaria de otra manera, es un hecho que no lo conozco realmente y con lo que ha sucedido entre los dos en estos días conocerlo es lo último que deseo.Vuelvo a la habitación y me dejo caer sobre la cama, aspiro con fuerza llenando mis pulmones de aire como si con eso pudiese aliviar el malestar que tengo. Me incorporo al escuchar que golpean la puerta y la voz de la señora López retumbar al otro lado.—Le he traído fruta —Se supone que es Alicia quien se ocupa de mis cosas.Me pongo de pie y voy hasta la puerta para abrirle.—Yo no h
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Capitulo Treinta y Tres
La determinación de romper cualquier vínculo flaquea a cada instante, eres mi debilidad y mi locura, eres la tormenta que arrasa con vida.AteneaEl día llega sin que yo haya podido pegar el ojo ni por un solo segundo durante toda la noche, por lo que ya me encuentro lista para salir, a pesar de no haber dormido, me siento mucho mejor que ayer, al menos tengo apetito y ya eso es mucho decir, quizás me preocupe por nada. Con una sonrisa que me parte los labios salgo de la habitación y bajo las escaleras, al llegar a la planta principal me encuentro con Dominic saliendo de su despacho apestando a licor y con una apariencia desagradable.—Buenos días —digo neutral, aunque sin desdibujar la sonrisa de mis labios.—Buenos días —gruñe y agradezco que haya evitado el momento incómodo de pedirme que volvamos a ser como antes.Continúo mi camino hasta la cocina donde le pido a Alicia que me prepare un sándwich de atún y huevo cocido. Enarca una ceja, pero se ahorra el comentario, no sé qué le
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Capitulo Treinta y Cuatro
No anhelo lazos que me aten a tu piel, juro que aunque me tenga que arrancar el corazón voy a depurar mi vida de estos sentimientos que me hacen amarte.Atenea La ansiedad está por consumirme por completo mientras espero a que el doctor me llame, no paro de tamborilear con el tacón y eso hace que me sienta peor. Ni siquiera sé por qué estoy asustada, es obvio que lo que tengo es por causa de la presión que he estado teniendo en mi vida, son tantas cosas nuevas que ni siquiera tengo tiempo de pensar en la muerte de mis padres, hace mucho que he dejado de llorar por ellos.Lo mejor es que me vaya y no le haga perder el tiempo al doctor, seguramente tiene otros pacientes que si necesitan de su ayuda, yo puedo tomarme un té y con eso conseguir dormir tranquila. Me pongo de pie para irme, pero solo he dado un paso cuando la puerta del consultorio se abre y la voz gruesa de un hombre pronuncia mi nombre con claridad, provocando que un escalofrío me recorra por todo el cuerpo.—¿Es usted la
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Capitulo Treinta y Cinco
Busco desesperadamente la luz de la esperanza en el brillo de tus ojos, pero insiste en cerrarlos y mirar a otro lado. DominicEstoy seguro de que entre ella y yo hay mucho más que un simple acuerdo, pero se resiste a aceptarlo y no puedo hacer nada para obligarla a que se rinda y me permita demostrarle que por ella puedo ser mejor, que puedo cambiar y convertirme en el hombre que ella necesita a su lado, tal vez ella tenga razón y lo mejor es mantenernos alejados para que esto que sentimos no se haga más grande, no quiero hacerle daño.Tomo mi celular y salgo de mi habitación para ir a la empresa, mientras bajo las escaleras el teléfono empieza a sonar, miro la pantalla y miro la pantalla para ver quién llama y me doy cuenta de que son los custodios de Atenea, aunque le dije que podía salir sin ellos le ordene que la siguieran sin que ella se diera cuenta y me mantuvieran informado.—Diga —ordeno colocándome el aparato en la oreja.—La señora acaba de llegar a un hospital —informa d
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Capitulo Treinta y Seis
La luz en tus ojos es lo único que impide que mi alma se escape de mi cuerpo, sin embargo, mi corazón palpita en tus manos frías.DominicLe envió un mensaje a Atenea para decirle que me encuentro afuera de su empresa y que la espero para ir a cenar, me responde que todavía no ha terminado, por lo que le respondo que la esperaré de todos modos. No responde, supongo que le da igual, sin embargo, a los cinco minutos la veo salir y acercarse al auto, sin dudar me bajo para recibirla, ella acerca su cara a la mía y me besa muy castamente.¡Demonios!—Me hubieses avisado antes de venir, por muy dueña que sea, no puedo estar dejando el trabajo tirado solo porque a ti se te antoja cenar fuera —recrimina en voz baja y luciendo una sonrisa.—Quería darte una sorpresa, es parte de ser un matrimonio feliz —Tomo sus manos entre las mías, perdiéndome en el calor de su piel.Se siente tan bien el contacto.—¿Podemos irnos? La cara me empieza a doler —dice y me suelta disimuladamente.Me hago a un l
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Capitulo Treinta y Siete
La fuerza de tu deseo es la determinación del mío, y si tengo que arder en el infierno y purificar mi alma para conseguir que me ames, entonces no voy a dudar en pasar una eternidad purgando cada pecado de mi ser. Dominic Me atrevo a tomar su mano sobre la mesa y entrelazar nuestros dedos, ella duda un segundo, pero al final se deja hacer, me mira y se sonríe al tiempo que un rubor rosado cubre sus mejillas, el vino está causando efecto en los dos. Su risa se detiene y su mirada queda fija en mi cara, tiene los labios entre abiertos y respira por la boca, tal vez sea una locura que voy a hacer, pero me inclino sobre la mesa y tomo su boca con la mía. Muevo mis labios lentamente sobre los de ella dándole oportunidad a que me rechace, no obstante, coloca su mano libre en mi mejilla e intensifica el contacto abriendo más la boca para que pueda meter mi lengua y recorrer cada recoveco hasta unirme con su propia lengua en una danza salvaje que en poco tiempo nos deja sin aliento y nos ob
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Capitulo Treinta y Ocho
Razón, cordura o locura son los escalones que me llevan hasta ti. Paso a paso me acerco cada vez más a ese infierno de pasión que me ofreces en tus labios.Atenea Apenas pruebo el postre cuando le pido irnos, verlo de rodillas me hace pensar que tal vez lo juzgue mal, pero es que hace tantas cosas que me hacen verlo como alguien despiadado, ahora no sé qué pensar de todo esto, quizás si podamos darnos una oportunidad, empezar desde cero obviando el hecho de que ya estamos casados, permitirle que me enamore, aunque ya eso es un hecho a pesar de que no hubo esa parte romántica entre los dos.Todo fue producto de una extraña conexión que nos atrapa, no sé si sea amor o una obsesión, esto que sentimos. Hace un momento fue como si todo se hubiese desvanecido, la rabia, la tristeza, la decepción y solo quedamos los dos, tan claros y transparentes, sonriéndonos a cada instante.—Ya podemos irnos —dice sosteniendo la silla para ayudarme a levantar.—Perdón me distraje —contesto y me pongo de
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Capitulo Treinta Y Nueve
Me quedo en el abismo donde tus caricias son la salvación de mi alma y tu amor es la condena que me hace libre.AteneaEl frío de la noche se desvanece al tiempo que nuestros cuerpos se funden en uno solo, el ardor de sus caricias calienta mi piel a la vez que su cuerpo entra en el mío, llenándome con toda su extensión, colmando por completo mis sentidos y saciando la necesidad de sentirlo tan dentro de mí. Grito su nombre al tiempo que el mío sale de su boca con voz ronca y posesiva, y se clava una vez más en mi piel con fuerza para depositar en mi interior el fruto de su éxtasis que se mezcla con el mío.Su boca busca a la mía con ternura, dulces caricias son esparcidas por mi piel húmeda antes de que se incorpore y se aleje de mí por algunos segundo, llenándome de una sensación de abandono, lo veo andar y coger los almohadones de cada mueble y tirarlos al piso, consigue los restos de nuestras ropas junto a una frazada que no sé dónde consiguió y también lo acomoda en el piso, final
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