Helena no sabía cómo hizo para llegar a su trabajo al día siguiente, se sentía un zombie, sin vida y sin ningún propósito. Se sentó en su escritorio y comenzó a trabajar de manera automática, contestando mails y acomodando el papeleo, ignorando las miradas de la gente y las de su jefe, que sabía que la vigilaba a través del panel de vidrio de su oficina, realmente no le importaba. Tomó una carpeta que el CEO le había pedido que revisara e intentó quitar los ganchitos que unían las hojas, no salían y la colorada comenzó a temblar y a ponerse roja. -Maldita sea- Murmuró con frustración, intentó sacar el metal con sus uñas, porque no le importaba romperlas, nunca había tenido lindas uñas después de todo, pero no salían- ¡No puede ser!- protestó con los ojos llorosos- ¡Porque nada me sale bien!- Gritó y de un tirón quitó los ganchos, cortándose un dedo en el camino.Miró la herida abierta, por la cual salió el líquido espeso y carmesí, y se sintió más aliviada, como si por esa pequeña
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