Hiroshi podía notar que había entre ellos las mismas llamas, la misma fuerza violenta y amenazadora que los había dominado entonces. Era casi como si aquello volviera a suceder.Como si pudiera oír de nuevo cómo se rasgaba la tela de su camisa cuando ella se la arrancó de golpe, como si las palmas de sus manos recordaran con demasiado detalle cómo había sido agarrarse de ella mientras se mordían la piel.Podía recordar, sin apenas esfuerzo, la rabia y la locura incontrolable que los habían consumido a los dos.La desesperación que él había sentido ante su la traición y la multitud de emociones contra las que había luchado, las lágrimas que había tenido que contener, la sensación de estar dentro de ella, muy dentro, aquella última vez. Había sido un momento tan desgarrador como bello, la manera más dolorosa de decirse adiós, pero la única manera posible de hacerlo.—Sí, por supuesto, hablemos de nuestro matrimonio si eso es lo que quieres —le dijo a Aiko de repente, echándose hacia d
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