Antes del amanecer, Rosalía abrió los ojos, mirando algo de oscuridad de la noche todavía, se levantó buscando su ropa, el hombre estaba dormido de lado en la cama, podía ver su espalda baja, se acercó mirando una cicatriz ahí, la acarició con la yema de sus dedos e hizo que él se estremeciera, ella se alejó, antes de que se despertara tenía que salir de ahí, había sido una noche increíble, pero solo era eso, una noche, nunca más se verían y menos si él solo estaba de paso. No encontró por ningún sitio su tanga, la busco por todas partes, estaba agachada debajo de la cama y nada, resopló recordando lo que pasó y en qué momento la perdió, se levantó mirando de reojo al hombre, no podía quedarse más tiempo, tomó su bolso y salió de la habitación con sus tacones en la mano, pidió un taxi en la entrada del hotel y regreso a su departamento. Al día siguiente… Ya instalada en la oficina, revisaba algunos pendientes, esta vez estaba sola, Pablo se quedaría a ayudar a Melinda por unos días
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