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Todos los capítulos de Adiós, querido esposo : Capítulo 131 - Capítulo 140
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Enamorando a mi esposa C22 : Apenas empieza
Leonel se acercó a la pareja, los miró tan feliz.—¡Los felicito! Les deseo lo mejor de la vida.Anne le miró con rabia.—¡Qué hipócrita! Guarda tus felicitaciones, no las necesitamos, los tres sabemos que esto es una farsa.Anne dio la vuelta y los dejó ahí. Leonel se quedó perplejo.—Pensé que estaba todo bien.Felipe sonrió irónico. —¿De verdad creíste que obligando a Anne a casarse conmigo borraría el daño que le hice? No, Leonel, ella nunca la olvidará, ella me odia, pero como lo dijiste alguna vez, es mi castigo, viviré con su odio.Felipe se alejó y Leonel se sintió triste por el destino de su hermano.Anne caminó por un pasillo y fue seguida por Matías.—¡Mami!Ella lo miró con dulzura, tuvo un nudo en la garganta al verlo, lo cargó en sus brazos.—¿Qué pasa? ¿Te has estado divirtiendo?El pequeño asintió.—Mami, ¿Por qué no iré con ustedes?Ana Fantori se acercó y Anne la miró con duda.—Mati, a la luna de miel no puede ir un bebé, pero te quedarás conmigo y tío rey, estaremo
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ando a mi esposa C23: Luna de miel, luna de odio
Anne y Felipe llegaron a la isla de Palma.Se quedaron en un lujoso resort, era un hermoso lugar.Anne entró en la habitación y miró alrededor—¿Y tu habitación?Él la miró con duda.—La prensa ha estado entrometiéndose y...—¡Pues dormirás en el sofá!Él la miró sonriente y asintió—Si es lo que quieres.Anne caminó al baño con su maleta y se quitó aquel vestido blanco, una vez lista se vistió.Estaba dispuesta a jugar con los nervios de ese hombre.Felipe estaba sentado en la cama, cuando la vio salir.—Bueno, me largo.Cuando la vio salir se quedó sin aliento.—¿A dónde vas?—Al bar a divertirme, no pienso quedarme contigo, pero, tú, disfruta, duérmete un rato —dijo burlona.Felipe negó con fastidio, admiró lo hermosa que se veía en aquel vestido y la vio irse.Anne llegó al bar, se sentó en una mesa y bebió un cóctel, miró alrededor, miró el anillo en su dedo《 Me casé con él, con mi peor enemigo. Y pensar que alguna vez soñé que era mi mayor deseo, ahora es como un castigo, saber
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Enamorando a mi esposa C24: La culpa del hombre invisible
Cuando Anne despertó, lo primero que vio fue su mano, entrelazada a otra mano.《 Esa mano es tan grande comparada a la mía 》 pensóDe pronto, aquella afirmación sonó tan descabellada que le dio un miedo infinito.Anne alzó la manta y pudo ver su pecho desnudo, aquel brazo abrazándola y temió lo peor.Todo lo que recordaba era haber dejado a Felipe en aquel bar. Temió haber cometido una locura, cuando se giró a mirar, lo encontró a él a su lado.《¡Felipe! ¿Qué hice? 》 pensó.Cuando se dio cuenta de que él estaba por despertar, se hizo la dormida.Felipe abrió los ojos y la miró a su lado, observó su hermosa silueta y besó su mejilla con dulzura.—Anne, me duele tanto que me odies, y sé que tienes todos los motivos para hacerlo, soportaré tu rabia y rencor, nada me importa, porque te amo, solo quiero hacerte feliz.Él se alejó, levantándose de la cama y yendo al cuarto de baño.Anne se quedó ahí, congelada, con ojos bien abiertos y con sus palabras haciendo eco en sus sentimientos.Alex
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Capítulo 24: Historieta
Amy miraba a Felipe recostado en la cama, se veía vulnerable, tenía los ojos cerrados estaba durmiendo. Lo habían sacado del agua consciente, pero sí se dio un duro golpe, nada de cuidado. Ella se sentía culpable, sabía que era por pelear tanto, se sentó a un lado en la cama, y admiró su rostro, se veía aún pálido, quiso tocarlo y no se atrevió, casi tocaba su piel, cuando devolvió su mano, se sintió incapaz, había en su corazón una barrera de rencor. Lágrimas calientes surcaron su rostro, pensó en todo lo que pudo pasar, tal vez, si no hubiesen tenido tan buena suerte, Felipe pudo haber muerto, ahora el pequeño Matías estaría solo, y todo por el odio que ardía en su corazón. Cuando alzó la vista, Felipe la miraba, se sorprendió al verlo, y su mano detuvo el avance de esas lágrimas. —¿Lloras por mí? —¡Cómo si fuera la primera vez! —exclamó irónica, él sonrió con dulzura —Estoy bien, y no es tu culpa, solo fue un tonto accidente. Ella negó, las lágrimas corrían por su cara, como
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Capítulo 25: Amar para vivir
Alex siguió a jazmín hasta un bar, ella entró y él fue tras ella. La vio buscar en la pista, cuando estuvo a punto de seguir, la detuvo. —¡¿Qué es lo que haces, Jazmín?! —exclamó deteniéndola del brazo. —¡Que te importa! No tienes nada que hacer aquí, soy adulta, soy libre de ti, y puedo hacer lo que me plazca, además, ahí está el duque de iris, he venido a pedirle una segunda oportunidad, ¿Creíste que arruinaría mi vida por ti? Pues, no lo haré. Alex sintió rabia de sus palabras. —No lo amas, ¿Sacrificarás tu vida con él? —¿Y qué? Sacrificaré mi vida, pero no mi dignidad, como contigo, por lo menos el duque es joven, es guapo, y muy rico, seguro de que me enamoraré de él, poco a poco, y dicen que en la cama todo se soluciona, ahora lárgate, puedo arreglármelas sola. Ella intentó seguir y él la detuvo. —¡Vienes conmigo! Alex la tomó con fuerza y la sacó del bar. Ella le miró furiosa —¿Qué pretendes, Alex? ¡Eres un maldito egoísta! Quieres todo, ¿Verdad? ¡Amas a Larissa! ¡Ser
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Enamorando a mi esposa C26: beso robado
Cuando Jazmín abrió los ojos, miró a Alex a su lado, sonrió, y se abrazó a su pecho, se sintió como si fuera un sueño de amor, era feliz, pero luego recordó que ella había terminado con él.«Y si ni esto le importa, ¿Y si para él no significó nada?»Jazmín sintió que no podía respirar, que el pavor se apoderaba de ella.Fue a bañarse y se visitó apurada, solo quería marcharse. Alex abrió los ojos y sintió vació del otro lado de la cama, buscó a la mujer con la mirada y no la halló, se levantó con rapidez, escuchó el agua correr, estaba por ir cuando vio aquellas sábanas manchadas ligeramente de sangre, Alex se levantó y fue hasta el cuarto de baño.Observó a Jazmín bañarse, apenas admiró su figura, sintió el deseo revivir en su interior, sonrió.«¿Qué tengo que pensar? Jazmín es una mujer tan perfecta, no puedo seguir atado al recuerdo de Larissa, no cuando ella ya es feliz con su esposo y sus hijos, debo seguir adelante, debo olvidarla, al menos intentarlo,
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Enamorando a mi esposa C27: Ebrio de amor
Anne fue a casa, al volver de viaje, necesitaba ver a su padre, y durante todo el trayecto de vuelta, no le dirigió la palabra a Felipe, que tuvo que hacer frente a toda la hora de periodistas que lo persiguió. Cuando Anne llegó a casa, sintió su corazón retumbar, pensaba en su padre, en su presunta enfermedad. Lo encontró en el despacho, leyendo y cuando él la vio, se sorprendió tanto. —¡Hija! —dijo levantándose de su silla—. Pero ¿Cuándo llegaste? Mira la hora que es. —¿Fuiste tú, padre? —¿Qué dices? —Robaron dinero de la cuenta de Felipe, a mi nombre, dime, ¿Fuiste tú? Los ojos de Pablo se abrieron enormes, no podía creer que su hija fuera capaz de decir algo tan horrible respecto a él. Bajó la mirada y pensó, que, después de todo, ella tenía sus razones. —No —dijo con firmeza, luego tocó su cabeza—. Ni siquiera sé cómo puedes preguntarme algo así, ¡Yo no lo hice, Anne! Creo que lo dices solo por qué yo tengo acceso a tus cuentas bancarias por ser tu beneficiario legal, eso
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Enamorando a mi esposa C28: Melancolía de amor
Anne sentía que se rendía, que el calor de Felipe estaba quemándola, empujó su pecho y él miró sus ojos, había un gesto de derrota. —Está bien, me iré, solo dame un segundo, quiero estar a tu lado, solo un segundo —suplicó, ella no se atrevió a echarlo de su lado, de nuevo. Se recostó a su lado y la abrazó a su pecho, Anne se quedó tan quieta, no pudo moverse, escuchó con claridad los latidos de su corazón, eran tan retumbantes como una dulce melodía, se quedó ahí, y sintió un poco de paz, en medio de todo su caos. No supo cuánto tiempo pasó con exactitud, cerró los ojos, y los abrió cuando escuchó ese llanto, un bebé que lloraba y gritaba por mamá y papá. Se levantó como un resorte. Felipe también intentó levantarse, pero ella lo impidió. —¡Es Matías! —Yo iré, espera aquí, que no te vea así —dijo Anne. Se puso los zapatos y salió tan rápido como pudo, escuchaba los berridos del pequeño, cuando llegó a la habitación y encendió la luz, lo vio parado en su cama, llorando, ella lo
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Enamorando a mi esposa C29: ¿Has sido tú?
—Los doctores aún lo atienden. ¿Podría venir a verle? —exclamó la enfermera —¡Claro que sí! Voy para allá. Anne colgó la llamada y miró a Felipe con tristeza. —Lo siento, es Daniel, ¡Le han asaltado, está herido! ¡Debo ir a verle! —dijo angustiada. —Sí, te acompañaré. —No, pero… ¿Y Matías? —Despertaré a la nana, le pediré que nos ayude a cuidarlo, mientras volvemos. —Pero, y si tiene una nueva pesadilla, ¿Qué pasará? —No la tendrá, ya dormirá como un ángel. Anne asintió. —Qué nos llamen si la tiene, y volverás enseguida, o yo lo haré. Él asintió, y fue a buscar a la nana. Pronto fueron en camino, Anne estaba ansiosa, pensaba en Daniel Higareda, pensaba en el pasado, y en Felipe. «Si no nos hubiesen interrumpido, ¡Ni siquiera recordé el pasado o el rencor! ¿Qué logras conmigo Felipe? ¿Y Daniel? Él sigue con falsas esperanzas, ¡¿En qué me he convertido por esta absurda venganza?! Por si fuera poco, ¿Y si Daniel es el culpable del desfalco? ¡Ya no sé quién soy yo…!», pensó,
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Enamorando a mi esposo C30 :El mejor de los momentos
—¡¿Cómo puedes creer eso de mí, Anne?! ¿Acaso no me conoces?Anne titubeó, se sintió mal al haberlo acusado.—Es que tú y mi padre eran los únicos con acceso a mis cuentas.—¿Y por eso me acusas? Pudo haber sido un robo cibernético, Anne, yo no lo hice, juro por la memoria de mis padres que soy inocente.Anne se sintió fatal al escucharlo hablar de sus padres—¡Lo siento, Daniel! Me he vuelto paranoica.—Lo entiendo, no te angusties.—He estado pensando mucho, y... siento que esto no puede seguir... —dijo ella.Daniel frunció el ceño—¿De qué hablas?—Daniel, mira cómo está todo, ahora estoy paranoica, confusa, no puedo con esto. Lo que había entre nosotros, ha terminado —sentencióLos ojos de Daniel la miraron fijamente—¿Qué? ¿Por qué? ¿Es por él? Por Dios, Anne, ¿Acaso volviste a caer ante Felipe?—¡Es por mí, Daniel! No me siento bien, mintiendo, ni engañando.—¿Es que no te das cuenta de que Felipe te hizo lo mismo? Por favor, lo veo en tus ojos, sé que te ha vuelto a ilusionar, ¿
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