Aterrizar con la mente alborotada, era erróneo. No recuerdo las veces que tropecé mientras corría hacia la salida del aeropuerto. Lo único que deseaba era estar en el hospital, acompañando a mí mejor amiga. Que ella esté bien. Ella debe estar bien. Una vez en la clínica, encuentro a Milkai en la sala de espera, igualmente nervioso, que, apenas me ve ingresando, se pone de pie, y se acerca. — No sabía a quién más llamar. Nunca me ha presentado a sus padres, y solo…, pasó. El auto venía muy fuerte y no pude hacer nada. No tuve tiempo de hacerlo. — Debes calmarte. Está bien, hiciste bien en llamarme. ¿Qué dijo el médico? —pregunto finalmente, mientras nos sentamos. Miro a Natalie, y asiente, sabiendo que debe comenzar a investigar. — Nada. O sea, dijo que está estable, pero se ha roto la pierna, y la han reanimado varias veces, porque sufría un paro, y…, tengo miedo, mucho miedo. Tomé su mano, y presioné con fuerza. — Ella va a estar, ella es la mujer más fuerte que he conocido, po
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