Sonreí por la forma en que la he llamado. Kaeri era una de las chicas más hiperactivas, nunca estaba quieta, además de ser una de las mujeres más inteligentes. Nunca imaginé que, en un futuro, llegaríamos a esto, de lo contrario, seríamos una pareja normal. Su ambición por hacerse una mujer de dinero, llevó a que nos alejemos por completo. Ni siquiera tenía el valor de verle la cara a tan venenosa serpiente. Cada cierto tiempo, mi madre o Patricia, llamaban para dar sus quejas al respecto, la cuestión es que no entendía que tanto hacía, cuando le dejé lo justo para sus gustos caros, lo suficiente, para sus viajes, y esas cosas superficiales que, de seguro, ella buscaba. Pese al odio que sentía por ella o por la situación, no podía desampararla. Kerianne era mi esposa, y aunque quiera evitarlo, y la evité, durante mucho tiempo, quería que tuviera lo mejor. Tres años de no verla, y en un accidente amanecí con una mujer. Jamás imaginé que aquella chica sería justamente ella, y que se
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