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Todos los capítulos de La esposa rebelde del Árabe: Capítulo 61 - Capítulo 70
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Capítulo sesenta y uno. Libre
«¡Noooooooo!»El grito de Zaida fue escuchado por todos los presentes y por quienes aguardaban a tener noticias sobre la sentencia, en una de las habitaciones privadas.—No pueden liberarlo, él estuvo de acuerdo conmigo —sollozó, pero ya ningún miembro del Consejo le prestó atención y los guardias se acercaron a ella para llevarla de regreso a su celda.—Eres un hombre libre, Farid —dijo Jahir, acercándose a su primo.Hasan miró al hombre, a quién él había acusado de sabotaje antes del accidente…«¿Sabotaje antes del accidente?»Hasan trató de recordar un poco más de lo que había sucedido entre su primo y él, pero sus recuerdos parecieron cerrarse en el momento que les prestó atención.—¡Hasan! ¡No puedes permitir que me hagan esto, hijo! ¡Todo lo hice por ti, solo por ti! —gritó Zaida, mientras era arrastrada lejos de la sala.Hasan se vio en un momento de confusión y antes de que pudiera pensarlo mejor, salió detrás de los guardias y de su madre.—Déjenme a solas con ella —ordenó un
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Capítulo sesenta y dos. Ojo por ojo
«Cásate conmigo»«Cásate conmigo»Callie se habría reído de la locura que Farid acababa de proponerle, si el dolor no le hubiese vuelto a atravesar el cuerpo. El gemido que dejó escapar fue lastimero, aun así, trató de mantenerse erguida delante del padre de su hijo—¿Casarse así sin más? Es imposible —refutó con los dientes apretados.Callie trató de respirar para controlar el dolor y llevar aire a sus pulmones, antes de que una nueva contracción hiciera su aparición. Para su fortuna aún no eran muy seguidas, tenía tiempo.—Callie.—Solo necesito un médico —sollozó ella, sin querer escuchar nada más.—Escúchame, por favor.—Farid —dijo, ella negando con un movimiento de cabeza.Sin embargo, Farid no iba a amedrentarse.—Tenemos que evitar que nuestro bebé nazca fuera del matrimonio, Callie.—Solo necesito un médico —suplicó ella ante la insistencia del padre de su hijo.—No podrás registrar al bebé una vez que nazca, tampoco sacarlo del país y ambos corremos riesgo de ser encarcelado
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Capítulo sesenta y tres. Una esposa rebelde
Callie abrió los ojos, no sabía cuánto tiempo había dormido, no tenía idea si era de día o de noche, si había soñado o en realidad había dado a luz a su bebé. Su mano se deslizó por su vientre ahora ligeramente plano y por un breve momento se asustó.«¡Mi bebé!», pensó con preocupación.La joven giró el rostro y se encontró con una pequeña cuna que antes no había estado allí, miró alrededor de la habitación y encontró a Farid durmiendo en el futón con su hijo en brazos.Callie se mordió el labio y un cúmulo de emociones le atravesó el corazón al verlos de aquella manera.Farid apenas había salido de prisión, cosa que no debió ser nada fácil ni cómodo para él, pero allí estaba, recostado en una terrible posición, pero asegurándose de que su pequeño estuviera cómodo sobre su pecho.Callie lo miró por un largo momento, pudieron ser segundos, minutos u horas. Quizá una eternidad y ella habría disfrutado de la vista, algo con lo que no había soñado desde que se marchó de Dubái y descubrier
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Capítulo sesenta y cuatro. Amor del bueno
Sienna gimió al sentir la presión de los labios de Hasan sobre los suyos, su cuerpo tembló con violencia cuando la pegó a su cuerpo tanto, que ni un alfiler podría pasar entre ellos. Su razón se nubló cuando él profundizó el beso y la arrastró hasta colocarla sobre el escritorio. Muchos pensamientos atravesaron por la cabeza de Sienna, pero ninguno la detuvo y correspondió el beso como si su vida dependiera de ello.Enredó sus dedos en los cortos cabellos de Hasan, se puso de puntillas para no estar en desventaja y restregó su cuerpo contra el fuerte cuerpo de su marido.Hasan se inclinó ligeramente sobre el cuerpo de Sienna, haciendo que ella se recostara sobre el escritorio, dejado caer todo lo que les estorbaba.Sienna gimió al sentir su espalda chocar con la dura madera, pero nada la hizo separarse del beso, hasta que Hasan abandonó sus labios y se deslizó por su mentón, dejando un sendero de besos húmedos y ardientes por su cuello, mientras las manos de Hasan abrían los botones d
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Capítulo sesenta y cinco. Presentación
«Hice un trato con tu madre»«Hice un trato con tu madre»Jenna se quedó de piedra mientras escuchaba a su esposo hablar. Ella había querido saber cómo es que su madre terminó aceptando su matrimonio con Assim, sin embargo, no se imaginó que era por un acuerdo.—¿Es por eso que me mantuvieron alejada de Hasan? —preguntó en tono bajo y herido.—Sí, ese fue el motivo.—¡¿Cómo fuiste capaz de hacer una cosa como esa, Assim?! —medio preguntó, medio gritó.—Era la única oportunidad de liberarte de tu madre. ¡Mira todo lo que ha hecho! —exclamó Assim al sentir que Jenna se alejaba de él.—Aun así, yo tenía derecho a saber lo que ocurría. Hubiese encontrado una manera de decirle a Hasan la verdad.—Él sabe la verdad, Jenna. Te juro que no quería mentirte, tu felicidad y seguridad son mi prioridad.—¿A costa de la felicidad de mi hermano? —cuestionó ella.—Jenna…—No se puede construir la felicidad sobre los escombros de otros, Assim. Tenía derecho a saber lo que ocurría. Todo lo has hecho a
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Capítulo sesenta y seis. Recuperar el tiempo perdido
Sienna miró a Nayla, con cierto resentimiento, no podía olvidar sus intenciones de convertirse en la esposa de Hasan.—Les he hecho una pregunta y quiero una respuesta convincente —dijo Hasan, sintiendo el malestar de Sienna.Nayla fue la primera que dio un paso al frente, inclinó la cabeza e hizo una ligera reverencia antes de mirar a Hasan.—Siento volver a molestarte, Hasan, pero no puedo continuar mi vida sin antes pedir perdón —dijo y sus ojos se llenaron de lágrimas.—¿Perdón?—Mis acciones del pasado son lamentables y despreciables, no debí dejarme seducir por la idea de convertirme en tu esposa, no supe entender que te habías enamorado de Sienna, y pensé que podía luchar contra eso —dijo, haciendo una breve pausa para coger aire—. He llevado la vergüenza y la deshonra a casa de mi padre.Hasan miró a Nayla, parecía sincera, sin embargo, no quería arriesgarse a creerle de buenas a primeras.—¿Quieres el perdón? —preguntó Hasan dando un paso adelante, haciendo que Nayla diera un
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Capítulo sesenta y siete. Haré lo que me pidas
El avión aterrizó en el aeropuerto de Dubái cuando el sol se estaba ocultando. La pareja se dirigió a la salida donde un auto los esperaba.—Jenna —llamó Assim al darse cuenta de que la manga de la túnica le temblaba con violencia.—Lo siento, estoy muy nerviosa —respondió, agarrando sus manos entre sí.—Tranquila, confiemos en que tu padre no se molestará —dijo.—¿Qué pasa si pide la anulación de nuestro matrimonio? —preguntó.Los labios de Assim formaron una línea recta. Ellos no habían consumado su matrimonio, así que podía existir una posibilidad de que Abdel solicitara una anulación, sobre todo, por la manera en que se dieron las cosas.—No pasará, tu padre es un hombre sensato y sé que comprenderá nuestra situación —dijo, aun con sus dudas.Jenna se acomodó entre sus brazos y deseo que el trayecto al palacio para enfrentar a su suegro fuera eterno.—Mis hermanos, ¿estarán presentes? —preguntó Jenna luego de varios minutos de silencio.—Les he informado que estamos de regreso.Es
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Capítulo sesenta y ocho. La fuerza del amor
«Amo a Jenna con todas las fuerzas de mi corazón y nada nos complacería más que nos diera su bendición»«Amo a Jenna con todas las fuerzas de mi corazón»El salón quedó en completo silencio tras la confesión de Assim, como si hubiesen dejado de respirar en el mismo instante que él pronunció cada palabra.Mientras Abdel miraba fijamente los dedos de Jenna enredados con la mano del consejero de su hijo.—¿Amor? —preguntó.—Nos amamos, padre, y soy su esposa —declaró Jenna.El rostro de Abdel cambió de color al escuchar las palabras de su hija.—¿Qué?—Nos hemos casado durante el tiempo que estuviste en coma, es una larga historia, padre —se aventuró a decir.Abdel enarcó una ceja.—No tengo tiempo de sobra, pero me gustaría escucharte —declaró Abdel mirando a Hasan y Farid.Los hijos mayores se encogieron de hombros, como quitándose la responsabilidad del caso.—Señor Abdel.—Quiero escuchar a mi hija —le interrumpió con prontitud. Abdel, quería saber lo que Jenna tenía para decirle.La
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Capítulo sesenta y nueve. Mi único amor
Assim abrió la puerta del lujoso piso, se sintió un poco cohibido por la majestuosidad del lujar. Él estaba acostumbrado a vivir en el palacio, lleno de lujos y comodidades, pero esto era diferente. —¿Qué pasa? —preguntó Jenna al verlo parado en la puerta. —No es nada —mintió. —Assim… Él sonrió. —Estoy bien, quizá un poco cohibido por el valioso regalo que tus hermanos te han dado —dijo. Jenna volvió sobre sus pasos para tomar la mano de su esposo y arrastrarlo dentro de la habitación. —Si no te gusta o te parece que no podemos quedarnos con el regalo, yo… Assim negó con un movimiento de cabeza, mientas colocaba un dedo sobre los labios de su esposa. —Estoy bien, es solo que esperaba que viviéramos en mi casa —mencionó. Jenna no había pensado en ese detalle y no es que no tomara en cuenta a Assim, pero él vivía en el palacio, tenía una habitación en todas las casas de su hermano. Nunca consideró que tuviera otro lugar… —Assim... —No importa donde vivamos, Jenna, mi hogar es
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Capítulo setenta. ¿Cenamos juntos?
«Mi único amor»Hasan no podía olvidarse de las palabras de Sienna, hoy por hoy, podría jurar que era el hombre más feliz del mundo. Tenía a la mujer que amaba a su lado, tenía un hijo precioso que cada día crecía y era su razón de ser.¿Qué más podía desear un hombre?—¿Se puede saber por qué sonríes como un tonto? —preguntó Abdel.Hasan lo miró, se puso de pie y colocó sus manos detrás de su espalda.—Le he pedido matrimonio a Sienna —dijo.El Emir enarcó una ceja.—¿No están casados ya?Hasan asintió.—Lo estamos bajo las leyes estadounidenses, pero quiero hacerlo bajo nuestras leyes, tradiciones y costumbres. No tengo dudas de que mi amor por ella durará lo que dure mi vida y quizá sea para la eternidad —confesó.Abdel sonrió.—Nada me complacería más, que darte mi bendición, Hasan —concedió.—Gracias, padre.—No tienes nada que agradecer, hijo. Nada me hace más feliz que ver a mis tres hijos felices —declaró.Al tiempo que Azahara entraba con una bandeja a la oficina.—Señor.—Dé
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