Capítulo ciento cuarenta y cuatro. Secuestradas
La llegada de Fatima, volvió loco al Emir de Dubái, quien, tan pronto como la más pequeña de sus nietos cumplió los tres meses de nacida, mandó buscar al mejor pintor de Europa para retratar a sus tres nietos. Hasin, Fatima y Amir fueron inmortalizados en un precioso cuadro, que se colgó en el salón principal de Abdel, para su deleite y el recuerdo de que su familia era primero, que su elección siempre sería, ellos, por encima de todo y de todos. —Me pregunto, ¿qué harás cuando los hijos de Ahmed y Amira lleguen? —susurró Azahara, sentándose al lado de su esposo, estaban solos en el palacio ese día. Jenna había regresado a casa con Assim y Fatima, Callie y Sienna se había ido a Abu Dabi para visitar a Scarlett y estar presentes en el nacimiento de su bebé, que estaba a pocos días de llegar y más, conociendo de antemano que los niños nacían cuando se les diera la gana y no cuando tenían que llegar, habían decidido irse con semanas de anticipación para no ser tomadas por sorpresa, pues
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