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Todos los capítulos de La esposa rebelde del Árabe: Capítulo 101 - Capítulo 110
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Capítulo ciento uno. Amenazas
DUBÁI«Veinticuatro horas»Azahara apretó la carta entre sus manos con tal fuerza, que ella habría deseado fuera el cuello de Anás. ¿Qué se creía ese hombre? ¿Cómo podía exigir la presencia de Nayla en su casa, cuando fue él mismo quien la echó a la calle sin importar su suerte? ¿Para qué la necesitaba ahora?—¿Veinticuatro horas? —murmuró—. Será mejor que te sientes y esperes porque de lo contrario vas a cansarte, pues no te entregaré a mi hija —aseguró, limpiándose las lágrimas que empezaban a correr por sus mejillas.Azahara había aprendido a las malas, que el llanto no solucionaba el problema, únicamente le daba el poder de herirte más a quién te las causaba.Los suaves toques a la puerta le hicieron esconder la carta con rapidez, mientras Amira y Nayla entraban a la habitación.—¿Van a algún lado? —preguntó al verlas con bolso en mano.—Iremos donde Sienna, Amira quiere conocer mejor a Hasin y si no demoramos donde ella, pasaremos a la casa de Farid, para saludar a Callie y al pe
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Capítulo ciento dos. Te deseo
DUBÁICuando Abdel abandonó los labios de Azahara, no supo qué decir. Aunque, no creía que hubiera palabras para expresar en ese momento, por lo que la tomó entre sus brazos y la llevó a la habitación, mientras el cosquilleo en sus labios no le dejaba olvidar lo que recién había hecho y la manera en la que Azahara le había correspondido.Entre tanto, Azahara se dejó hacer, pues no tenía el valor para mirar el rostro de Abdel, cuando el suyo ardía por la vergüenza en la que había correspondido el beso, en su defensa, solamente podía argumentar que había pasado mucho tiempo desde la última vez que sus labios fueron acariciados por otros labios, fue hace tanto tiempo, que se olvidó de lo que se sentía ser mujer, se había conformado con ser la esposa adorno para Anás, se había centrado en Nayla y olvidado de sí misma. Sin embargo, en ese momento todo lo que deseaba era sentirse viva nuevamente, sentirse deseada, aunque solo fuera por una sola vez.Cuando Abdel abrió la puerta de su habita
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Capítulo ciento tres. ¿Harás eso por mí?
DUBÁI«Te aseguro que de Azahara Hijazi no quedará ni el recuerdo»El cuerpo de Nayla tembló ante la amenaza de Anás, pues sabía que su padre era muy capaz de herir a Azahara. Él no iba a tentarse el corazón para arremeter contra su madre, no era un hombre bueno.—Ya lo sabes, Nayla, ven por voluntad propia o atente a las consecuencias. No creo que estés preparada para cargar con la culpa de que a tu “madre” le suceda algo —dijo con una sonrisa cruel en los labios, alejándose de ella.Nayla se cubrió la boca para no gritar, su cuerpo sufrió varios espasmos y con mucha dificultad logró llegar hasta su habitación, donde cayó de rodillas sobre el piso, apenas cerró la puerta detrás de su espalda.Nayla lloró por toda la crueldad en la que vivía. ¿Por qué ahora que creía que iba a ser feliz con Ahmed? ¿Por qué su padre la odiaba tanto como para entregarla a un hombre que podía ser su abuelo?El pensamiento le hizo revolver el estómago, tuvo que hacer acopio de su fuerza de voluntad para p
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Capítulo ciento cuatro. ¿Dónde está Nayla?
DUBÁIMientras Sienna y Callie conversaban en los servicios, Jenna conocía mejor a su hermana. La más joven de la familia Rafiq escuchó lo que Amira tenía para contarle sobre su vida y de cómo se sentía ahora que conocía a su familia.—Sé que no debe ser fácil para ti aceptarnos, Jenna, pero ni Ahmed ni yo tenemos culpa de lo que sucedió. Los dos crecimos lejos de nuestros padres, pasamos muchas cosas que de haber estado con nuestra familia quizá nos lo hubiéramos ahorrado —comentó.—Sin embargo, eso parece no afectarte —musitó Jenna.—No tuve elección, Jenna, era aceptar las pocas palabras que Maissa me daba para consolarme y conformarme con ver la ciudad desde el balcón o no verla. Si ponemos todas las cosas en una balanza, debería ser yo quien odiara a tu madre por lo que hizo. Debería ser yo quien te odiara por haberlo tenido todo en la vida y no al contrario —musitó Amira.Jenna se sorprendió, pues la joven no se parecía en absoluto a la misma mujer de ayer, la que dependía de Na
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Capítulo ciento cinco. Un beso de amor
NUEVA YORKScarlett tomó sus cosas con prisa, tal como lo hacía en los últimos días, para reunirse con Jahir, quien venía por ella todos los días para almorzar juntos y también la esperaba a la hora de la salida.—¡Scarlett! —el grito de Margaret hizo a la joven detenerse en la puerta del salón.—Llevo prisa.—Últimamente siempre llevas prisa. ¿Qué es lo que estás haciendo que no quieres contarme? —preguntó con el ceño fruncido.Margaret había aceptado las primeras dos negativas de Scarlett para comer juntas en la cafetería de la universidad, pero llevaba un par de semanas negándose, poniéndole excusas que ni sentido tenían.—¿No vas a decírmelo? —preguntó, uniéndose a ella en la puerta.Scarlett miró sin discreción la hora en su reloj de pulsera, Jahir ya la esperaba en el estacionamiento.—Voy a contártelo luego, tengo que irme —dijo.Margaret suspiró y no la persiguió, caminó a paso lento detrás de ella, de cualquier manera, ya sabía la razón. Scarlett estaba viéndose con un hombre
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Capítulo ciento seis. Robo
NUEVA YORKJahir deseaba más que un beso de Scarlett, pero su conciencia no le permitió continuar con aquel beso tan deseado. Con calma y sin prisa, se separó de los labios de Scarlett.—Vístete, que te llevaré a cenar —le dijo con voz calmada. Limpiando las lágrimas de Scarlett y acomodando su cabello revuelto.Scarlett asintió, se pudo de pie y se dirigió a su habitación para darse un baño, vestirse y salir con Jahir, él era su única buena compañía. Jamás se había sentido tan perdida como hoy.Entre tanto, Jahir salió al balcón de la habitación, llevó sus manos a su espalda y meditó sobre sus acciones.No era tonto, Jahir estaba muy consciente de que las mentiras no iban a llevarlo a nada bueno, que la omisión de la verdad podía hacerle perder la confianza de Scarlett y, aunque no era una justificación, sentía terror solo de imaginar que la perdía.En un principio había estado fascinado por ella, tanto, que había querido tenerla en todos los sentidos, pero con el paso de los días y
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Capítulo ciento siete. Seducción
NUEVA YORK«Me encanta»La respuesta de Jahir era justo lo que Scarlett esperaba que fuera, mientras se colocaba el bañador, había pensado en la reacción del árabe. Ella sabía que él no estaba del todo acostumbrado a ver el cuerpo de una mujer con poca ropa a la luz del día, pues no se engañaba, tampoco creía que Jahir fuera un santo, pero mientras no fuera casado…Scarlett negó, no creí que Jahir lo fuera, ¿verdad?—Voy a nadar, ¿quieres venir? —preguntó, para apartar los pensamientos de su cabeza.—Iré a cambiarme —dijo.Scarlett asintió, mientras Jahir huía de ella. Sin saber que huía, Scarlett se lanzó al agua y nadó por varios minutos a la espera de verlo llegar.Jahir se demoró más de la cuenta, estaba tratando de controlar a su amiguito, que había sufrido una erección instantánea al ver a Scarlett con tan poquita ropa, él habría querido culpar al celibato impuesto en el que vivía desde que llegó a Nueva York, desde que conoció a la joven; sin embargo, no era así, él podía pasar
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Capítulo ciento ocho. Felicidad prestada
NUEVA YORKPor un momento Jahir pensó que lo ocurrido con Scarlett no era más que un sueño. Bonito, pero sueño, al fin y al cabo.Había creído que el cansancio de la noche anterior lo había vencido y que en sus locos anhelos había soñado haciéndole el amor; sin embargo…, el peso sobre su brazo y el caliente cuerpo a su lado, le hizo abrir los ojos para encontrarse con el rostro dormido de Scarlett.El corazón de Jahir dio un vuelco, cerró los ojos y maldijo por lo bajo. No había sido un sueño, en realidad ellos…, habían hecho el amor. Un fuerte escalofrío lo sacudió, pues sus buenas intenciones de cuidar y proteger a Scarlett como lo hace un amigo se habían ido al traste. ¿Cómo iba a verla con otros ojos ahora? ¿Cómo sería capaz de renunciar a ella después de su entrega? ¡Él no podría hacerlo! Jamás podría continuar con su camino, volver a Abu Dabi y olvidarse de ella.Jahir cerró los ojos y apretó los dientes con tal fuerza, que creyó que iba a partírselos por la presión que ejercía.
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Capítulo ciento nueve. Bienvenida a Nueva York
La espera en el aeropuerto duró lo que tenía que durar, el vuelo de Nayla venía con retraso y Jahir no podía esperar más. Con más ganas de quedarse que, de marcharse, él se despidió de Scarlett en medio de promesas.—Te llamaré cuando esté en Abu Dabi y volveré apenas me sea posible —dijo, acariciando el rostro perfecto de la rubia.—Voy a esperarte, Jahir —prometió ella con amor.Jahir no pudo resistir a la tentación de besarla frente a cientos y cientos de personas. Recordó que no estaba en su país y se aferró a los labios de Scarlett como si no hubiese un mañana para él.—Volveré —aseguró antes de caminar a la zona de abordaje, su vuelo era privado, pero tenía que pasar los registros de seguridad del aeropuerto, pues aún, no tenía una pista privada en Nueva York.Scarlett suspiró y como si fuera una niña corrió a los vidrios que separaban las aeronaves del área de espera y esperó hasta que el avión de Jahir despegara y se elevara por los cielos. El corazón de la joven martilló fuer
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Capítulo ciento diez. Huyendo
NUEVA YORK—¡Mamá! El grito de Scarlett resonó en toda la casa, la muchacha salió corriendo de su habitación y bajó de dos en dos los escalones para enfrentar a su madre. Estaba furiosa y muy dolida. Scarlett tenía tantas emociones y sentimientos atravesándole el cuerpo y el corazón, que temblaba con violencia.—¡¿Cómo te has atrevido a tomar mis cosas?! —gritó cuando estuvo en la sala de nuevo.—No sé de qué hablas, Scarlett, pero bájale a tu tono. No olvides con quién estás hablando —respondió Fiona con el rostro serio, enojado.—¿No sabes de lo que te hablo? —cuestionó Scarlett dando un paso en su dirección sin dejarse amedrentar por el rostro de su madre. Tenía suficiente enojo como para no detenerse.—¡Me has robado! ¡Eres una sinvergüenza! —gritó la chica al tiempo que su mejilla giraba por el impacto del golpe de Fiona sobre su rostro.Un golpe que le rompió el labio en el acto.—Ten mucho cuidado por la forma como me hablas, Scarlett —gruñó.—Golpéame todo lo que quieras, eso
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