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Todos los capítulos de La esposa rebelde del Árabe: Capítulo 111 - Capítulo 120
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Capítulo ciento once. Preocupación y denuncia
DUBÁIJahir entró al palacio Rafiq una hora más tarde, después de dejar a Dalila en el aeropuerto. Trató de concentrarse en los asuntos que tenía por delante, sin embargo, no era tan sencillo. La preocupación que sentía por su amiga era demasiada, jamás creyó que Rayan fuera capaz de traicionarla de esa manera.Dalila había creído ciegamente en que el amor de Rayan sería para siempre, que no le importaba esperar. Evidentemente, se había equivocado y Rayan se había casado solo semanas antes de que ella fuera libre.—Jahir…La voz de Abdel sacó al hombre de sus cavilaciones y preocupaciones. Jahir saludó a su tío y a Azahara, su nueva esposa, también lo hizo con Hasan y Farid, quienes se habían reunido para enfrentar la situación con Anás.—¿Ahmed? —preguntó al no ver al otro hijo de su tío.Jahir se había puesto al día con todos los sucesos que pasaron en su ausencia, fue por eso que no llegó a Dubái de inmediato, pero retraso su llegada a Abu Dabi.—Está con Basima —respondió Azahara.
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Capítulo ciento doce. Fallo
NUEVA YORK.Scarlett esperó a que Nayla le dijera algo, pero el silencio fue todo lo que recibió de ella por un largo tiempo.—¿Nayla? —preguntó.—Lo siento, me distraje —mintió.Scarlett dejó escapar una ligera carcajada.—Estás sorprendida, no puedes negarlo, Nayla. Hasta tu rostro cambió de color —dijo alegremente, sin imaginar lo que pasaba por la cabeza de Nayla.—Scarlett…—¿Sabes? Quizá es la manera que la vida tiene de compensarnos a Sienna y a mí por la madre que nos tocó. Mi hermana tiene un gran hombre a su lado, Hasan es tan maravilloso —declaró.Nayla lo sabía, en su momento ella…, la joven cortó el hilo de sus pensamientos, se debatía entre decirle o no a Scarlett lo que sabía sobre Jahir, el problema era que, no sabía si era el mismo Jahir que ella conocía u otro hombre que coincidentemente se llamaba como el Emir de Abu Dabi. También podía ser una mera coincidencia, ¿verdad?—¿Conoces su otro apellido? —pregunto Nayla de repente.Scarlett negó.—Se presentó como Jahir
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Capítulo ciento trece. Regreso a Nueva York
DUBÁIUn silencio sepulcral se hizo en el salón en el momento que Jahir entró, ninguno sabía exactamente la razón. Jahir sabía con antelación que Nayla había escapado con ayuda de la familia Rafiq, por supuesto, que se hizo el desentendido durante el juicio para poder ayudarles, pero entonces…, ¿por qué el silencio y la mirada fija sobre Sienna?Hasan gruñó por mero instinto, ya Jahir había visto una vez a Sienna de esa manera peculiar y no deseaba recordar. En ese momento también lo había considerado el responsable de los ataques sufridos en la fábrica de aluminios en Abu Dabi. Ahora era distinto, Jahir los había ayudado y no era la primera vez, eran ya tres favores que le debía a su primo, pero Sienna no estaba incluida en el paquete de pagos.—Se puede saber…, ¿qué tanto miras a mi esposa? —preguntó. Su tono era molesto y lleno de celos, por supuesto que Hasan no apreciaba que alguien mirarse a Sienna con tanto interés.La burbuja en la que Jahir se había sumergido se estalló ante
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Capítulo ciento catorce. Entre la espada y la pared
NUEVA YORKNayla se quedó de piedra al mirar el rostro de Jahir Ahmed Rafiq, por un momento deseó que esto no fuera cierto, pues era evidente que Scarlett no sabía la verdad, de lo contrario no estaría tan entregada. Ella conocía a Sienna y no dudaba que su hermana era igual a ella, que no desearía compartir a su esposo con nadie.Un nudo se formó en su garganta al darse cuenta de que estaba entre la espada y la pared. Scarlett había sido muy buena con ella al recibirla y dedicarle su tiempo. Decirle la verdad sobre Jahir sería romperle el corazón, pero…, ¿qué podía hacer? ¿Debía dejar que las cosas cayeran por su propio peso? ¿Hablar con Jahir?—Nayla, déjame presentarte a Jahir Ahmad, mi… —Scarlett hizo una pausa al no saber cómo presentar a Jahir ante Nayla, pues su relación se había hecho estrecha e íntima, pero no habían sido pronunciadas las palabras de rigor para asegurar que eran novios.—¿Novio? —preguntó Nayla, sin apartar la mirada de Jahir.Scarlett movió la cabeza aún sin
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Capítulo ciento quince. Una brecha entre los dos
NUEVA YORKUn silencio sepulcral se hizo en la sala, Scarlett tenía miedo hasta de respirar, pues creía que el dolor sería más agudo e intenso si lo hacía. Sus pulmones quemaban, como si no tuviesen suficiente oxígeno, incluso los latidos de su corazón cambiaron y de ser agitados y erráticos, pasaron a ser lentos, como si fuera a detenérsele en cualquier momento.—¿Por qué? —preguntó viendo a la nada—. ¿Por qué me has engañado? —Scarlett deseaba salir huyendo del ático, escapar tan lejos como le fuera posible, sin embargo, seguía pegada al piso del sitio, como si fuera una estatua de mármol. Quizá en el fondo esperaba que esto fuera una broma de muy mal gusto por parte de Jahir.Esperaba que él le dijera que nada era cierto.—Me enamoré de ti —respondió Jahir.Él sabía que debía tener cuidado con las respuestas que daba y como las daba. Quería hacerle ver a Scarlett que ella era la única mujer de su vida, que solamente a ella amaba, pero las cosas no serían fáciles y sencillas. Saberl
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Capítulo ciento dieciséis. Déjame ir
DUBÁIAhmed entró al salón donde sus padres esperaban, él había pedido ser atendido antes de volver a Europa. Necesitaba hablar con ellos sobre sus planes a corto y largo plazo, y en ambos, Nayla era la figura principal. Sin embargo, no deseaba equivocarse, ni echar a perder todo lo que ellos habían hecho para protegerla.—Padre —saludó Ahmed haciendo una ligera inclinación de cabeza, mostrando respeto a Abdel para luego girarse en dirección de su madre, a quién le dejó un beso sobre la frente—. Madre —saludó.Azahara le dedicó una cálida sonrisa por el gesto, era la primera vez que Ahmed tenía ese tipo de acercamiento con ella, él no era grosero, ni mal hijo; sin embargo, se había mostrado distante, prudente.—Tú dirás el motivo de nuestra reunión —dijo Abdel, orgulloso de ver como su hijo, le presentaba respeto a Azahara.—Primero que nada, quiero agradecerte por lo que has hecho por Nayla, sé que no era tu obligación responder por ella —dijo.—Nayla es parte de nuestra familia por
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Capítulo ciento diecisiete. Tienes que volver, Jahir
NUEVA YORKScarlett acarició los pétalos que se les habían caído a las rosas, la suavidad de un pétalo le hizo comprender su fragilidad y de un momento a otro, pensó en la vida. Lo difícil que era y lo corta y frágil que podía ser.Ella dejó escapar un suspiro, tomó su copa de vino y continuó mirando al cielo, como si esperase que una respuesta cayera de él.—¿Qué puedo hacer? —preguntó en un bajo murmullo, mientras bebió un nuevo sorbo, sin embargo, no se engañaba, ni todo el vino del mundo iba a lograr que su herida dejara de sangrar y cerrara.Quizá si Jahir le hubiese contado la verdad desde un principio las cosas fueran diferentes y de haber terminado en el inicio, no le dolería tanto como ahora.Para Scarlett, pensar en Jahir ahora, era pensar en las esposas que había tenido, en las que había dejado y en la que le quedaba. Anisa, solo el nombre le causaba escalofrío.Un ligero carraspeo de Nayla le hizo girar en su dirección, la muchacha la vigilaba muy de cerca, como si temiese
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Capítulo ciento dieciocho. Ten cuidado con lo que pides
NUEVA YORKEl Emir trató de comunicarse con Scarlett, la llamó varias veces, pero ninguna de sus llamadas fue atendida por la joven, por lo que decidió enviarle un par de mensajes para explicarle que tenía que marcharse. Sin embargo, no resultó fácil, escribió y borró un par de veces hasta que, finalmente pudo escribir algo decente, envió el mensaje, mientras tomó su maleta de viaje con sus documentos para salir del país. Revisó el móvil para verificar si Scarlett había leído su mensaje, pero seguía sin ser visto.Jahir ya no tenía tiempo para ir a buscarla, no corría a Abu Dabi por su padre, sino por su madre, pues lo aceptara o no, Kalila amaba a su padre y podía imaginar el dolor que estaba sintiendo al perderlo.Así que, sin remedio, se metió al elevador y bajó hasta la primera planta. Le entregó una nota a la recepcionista, le dejó instrucciones y se marchó al aeropuerto, era la media noche cuando su avión despegó de suelo neoyorquino y tenía alrededor de trece horas de vuelo ant
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Capítulo ciento diecinueve. Desahogo
NUEVA YORKScarlett manejó hasta el hotel con la esperanza de encontrar a Jahir, se lamentaba no haberse memorizado su número, pero de nada le servía llorar sobre la leche derramada. Además, había pensado que lo sucedido entre ellos, no ameritaba una llamada para invitarlo a tomar un café. ¡NO! Lo de ellos tenía que hablarse de frente.Ella podía aceptar su pasado, porque su amor por Jahir era verdadero, sin embargo, también deseaba dejarle las cosas muy claras. Scarlett se negaba compartirlo con cualquier otra mujer.Cuando estacionó en el subterráneo toda su valentía se le había esfumado del cuerpo, pasó un par de minutos para volver a tomar valor y se bajó del auto.Con pasos lentos y temblorosos se acercó a la recepcionista.—El señor Jahir Ahmad —dijo.La mujer la miró como si estuviera viendo un bicho raro, Scarlett gruñó ante el escrutinio de la mujer.—No creo que usted conozca al señor Ahmad —le dijo la mujer con cierto desprecio.Scarlett elevó una ceja ante la actitud nefas
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Capítulo ciento veinte. Llamada Inesperada
NUEVA YORKScarlett abrió los ojos, su cuerpo estaba dolorido y su garganta seca como el desierto. Se cubrió el rostro para protegerse de los rayos del sol, había amanecido y ella se había quedado dormida en la silla.—Dios, me duele todo —murmuró, levantándose. Sintiendo cómo el cuerpo le protestaba sin piedad.Scarlett se estiró y se arrepintió en el momento que lo hizo, por su garganta subió una pequeña bolita que en un inicio creyó que era la bilis. Corrió al baño y a duras penas alcanzó a arrodillarse delante del retrete para vaciar su estómago. Un sabor amargo le inundó toda la boca y Scarlett no pudo pensar en nada más que en una gastritis, pues no se había alimentado bien en los últimos días y para rematar, no había probado bocado desde la mañana del día anterior.Con más dificultad de lo que pensó, se puso de pie, se lavó la boca y el rostro, antes de verse al espejo. Su reflejo le asustó y le hizo darse cuenta de que estaba cometiendo error tras error. El primero fue haber d
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