NUEVA YORKUn silencio sepulcral se hizo en la sala, Scarlett tenía miedo hasta de respirar, pues creía que el dolor sería más agudo e intenso si lo hacía. Sus pulmones quemaban, como si no tuviesen suficiente oxígeno, incluso los latidos de su corazón cambiaron y de ser agitados y erráticos, pasaron a ser lentos, como si fuera a detenérsele en cualquier momento.—¿Por qué? —preguntó viendo a la nada—. ¿Por qué me has engañado? —Scarlett deseaba salir huyendo del ático, escapar tan lejos como le fuera posible, sin embargo, seguía pegada al piso del sitio, como si fuera una estatua de mármol. Quizá en el fondo esperaba que esto fuera una broma de muy mal gusto por parte de Jahir.Esperaba que él le dijera que nada era cierto.—Me enamoré de ti —respondió Jahir.Él sabía que debía tener cuidado con las respuestas que daba y como las daba. Quería hacerle ver a Scarlett que ella era la única mujer de su vida, que solamente a ella amaba, pero las cosas no serían fáciles y sencillas. Saberl
DUBÁIAhmed entró al salón donde sus padres esperaban, él había pedido ser atendido antes de volver a Europa. Necesitaba hablar con ellos sobre sus planes a corto y largo plazo, y en ambos, Nayla era la figura principal. Sin embargo, no deseaba equivocarse, ni echar a perder todo lo que ellos habían hecho para protegerla.—Padre —saludó Ahmed haciendo una ligera inclinación de cabeza, mostrando respeto a Abdel para luego girarse en dirección de su madre, a quién le dejó un beso sobre la frente—. Madre —saludó.Azahara le dedicó una cálida sonrisa por el gesto, era la primera vez que Ahmed tenía ese tipo de acercamiento con ella, él no era grosero, ni mal hijo; sin embargo, se había mostrado distante, prudente.—Tú dirás el motivo de nuestra reunión —dijo Abdel, orgulloso de ver como su hijo, le presentaba respeto a Azahara.—Primero que nada, quiero agradecerte por lo que has hecho por Nayla, sé que no era tu obligación responder por ella —dijo.—Nayla es parte de nuestra familia por
NUEVA YORKScarlett acarició los pétalos que se les habían caído a las rosas, la suavidad de un pétalo le hizo comprender su fragilidad y de un momento a otro, pensó en la vida. Lo difícil que era y lo corta y frágil que podía ser.Ella dejó escapar un suspiro, tomó su copa de vino y continuó mirando al cielo, como si esperase que una respuesta cayera de él.—¿Qué puedo hacer? —preguntó en un bajo murmullo, mientras bebió un nuevo sorbo, sin embargo, no se engañaba, ni todo el vino del mundo iba a lograr que su herida dejara de sangrar y cerrara.Quizá si Jahir le hubiese contado la verdad desde un principio las cosas fueran diferentes y de haber terminado en el inicio, no le dolería tanto como ahora.Para Scarlett, pensar en Jahir ahora, era pensar en las esposas que había tenido, en las que había dejado y en la que le quedaba. Anisa, solo el nombre le causaba escalofrío.Un ligero carraspeo de Nayla le hizo girar en su dirección, la muchacha la vigilaba muy de cerca, como si temiese
NUEVA YORKEl Emir trató de comunicarse con Scarlett, la llamó varias veces, pero ninguna de sus llamadas fue atendida por la joven, por lo que decidió enviarle un par de mensajes para explicarle que tenía que marcharse. Sin embargo, no resultó fácil, escribió y borró un par de veces hasta que, finalmente pudo escribir algo decente, envió el mensaje, mientras tomó su maleta de viaje con sus documentos para salir del país. Revisó el móvil para verificar si Scarlett había leído su mensaje, pero seguía sin ser visto.Jahir ya no tenía tiempo para ir a buscarla, no corría a Abu Dabi por su padre, sino por su madre, pues lo aceptara o no, Kalila amaba a su padre y podía imaginar el dolor que estaba sintiendo al perderlo.Así que, sin remedio, se metió al elevador y bajó hasta la primera planta. Le entregó una nota a la recepcionista, le dejó instrucciones y se marchó al aeropuerto, era la media noche cuando su avión despegó de suelo neoyorquino y tenía alrededor de trece horas de vuelo ant
NUEVA YORKScarlett manejó hasta el hotel con la esperanza de encontrar a Jahir, se lamentaba no haberse memorizado su número, pero de nada le servía llorar sobre la leche derramada. Además, había pensado que lo sucedido entre ellos, no ameritaba una llamada para invitarlo a tomar un café. ¡NO! Lo de ellos tenía que hablarse de frente.Ella podía aceptar su pasado, porque su amor por Jahir era verdadero, sin embargo, también deseaba dejarle las cosas muy claras. Scarlett se negaba compartirlo con cualquier otra mujer.Cuando estacionó en el subterráneo toda su valentía se le había esfumado del cuerpo, pasó un par de minutos para volver a tomar valor y se bajó del auto.Con pasos lentos y temblorosos se acercó a la recepcionista.—El señor Jahir Ahmad —dijo.La mujer la miró como si estuviera viendo un bicho raro, Scarlett gruñó ante el escrutinio de la mujer.—No creo que usted conozca al señor Ahmad —le dijo la mujer con cierto desprecio.Scarlett elevó una ceja ante la actitud nefas
NUEVA YORKScarlett abrió los ojos, su cuerpo estaba dolorido y su garganta seca como el desierto. Se cubrió el rostro para protegerse de los rayos del sol, había amanecido y ella se había quedado dormida en la silla.—Dios, me duele todo —murmuró, levantándose. Sintiendo cómo el cuerpo le protestaba sin piedad.Scarlett se estiró y se arrepintió en el momento que lo hizo, por su garganta subió una pequeña bolita que en un inicio creyó que era la bilis. Corrió al baño y a duras penas alcanzó a arrodillarse delante del retrete para vaciar su estómago. Un sabor amargo le inundó toda la boca y Scarlett no pudo pensar en nada más que en una gastritis, pues no se había alimentado bien en los últimos días y para rematar, no había probado bocado desde la mañana del día anterior.Con más dificultad de lo que pensó, se puso de pie, se lavó la boca y el rostro, antes de verse al espejo. Su reflejo le asustó y le hizo darse cuenta de que estaba cometiendo error tras error. El primero fue haber d
NUEVA YORK«¡Ayúdame!»—¡Ayúdame! ¡Ayúdame!Scarlett gritó desesperada al escuchar la voz de Jahir, su corazón latió con fuerza, con esperanza de ser rescatada de ese lugar.—¡Scarlett!El móvil fue apartado de ella con tal rapidez, que ella no pudo decir nada más, se movió inquieta, trató de liberar sus manos, pero estas estaban atadas tan fuerte, que empezó a sentir como hería la piel de sus muñecas.—¿Por qué hacen esto? ¿Qué es lo que quieren? —gritó tratando de entender qué era lo que había sucedido. Su vida había cambiado en un segundo, un error. Un taxi.—Deja de moverte, te causarás daño —le reprendió una voz que le pareció conocida, pero que, al mismo tiempo le sonaba muy ronca para ser…—¡Déjame ir! —gritó Scarlett de nuevo, batiéndose como si fuera un pez fuera del agua, buscando volver a la seguridad de lo conocido.No obstante, ni siquiera sabía cuál era ese lugar, sus ojos estaban vendados y su boca solo fue liberada para que pidiera ayuda. Era un plan con maña, lo sabía
NUEVA YORKScarlett se sintió traicionada y desesperada al darse cuenta de que no se podía confiar en cualquier persona que decía ser tu amiga y que fingía preocuparse por ella.Fue en ese momento, que recordó lo que había sucedido ese día que todo este infierno empezó. Ese día se negó a salir a comer, quería ponerse al día con las tareas, Margaret le había dejado un batido sobre su escritorio, un batido que ella no dudó en beber cuando su estómago protestó por alimento, lo consumió lento, entre operaciones de matemáticas, como si le diera tiempo para hacer efecto. Ella subió al taxi esa tarde con la intención de ir al departamento y hablar con Nayla, pero en su lugar, había terminado en un sitio desconocido, atada de manos y pies, con los ojos vendados y amordazada.Ni siquiera se había dado cuenta del momento en el que se quedó dormida dentro del taxi…La rabia y la decepción pudieron con ella y sin meditar sus acciones, abrió la puerta y quedó frente a frente con su traidora madre