Las palabras de Lars se repiten en mi cabeza. Es la arpía más miserable, detestable y asquerosa qué ha pisado la faz de la tierra. Tengo las manos tan apretadas, que lo noto cuando mis uñas empiezan a lastimar mis palmas, pero no me importa, al contrario, las aprieto aún más, me imagino la fuerza que puedo necesitar para darle una paliza a ese cretino hasta que pierda el conocimiento, hasta que olvidé quien es. No, no quisiera que olvidé quien es, quiero que lo recuerde y que sepa por qué elegí golpearlo, quiero que sepa por qué quiero venganza.Mi celular vuelve a sonar. Mi mamá insiste. Por enésima vez. Lo tomo y quiero lanzarlo contra el piso, juro que estoy a punto de hacerlo pero cuando alzo la mano donde lo sostengo, Patrick me lo quita. Yo me giro para mirarlo, enojada, estoy bufando pero creo que he olvidado cómo puedo respirar. Él me dedica una mirada de advertencia, estoy perdiendo la cabeza, lo sé, pero no puedo hacer nada. De repente, la tranquilidad de esfuma una vez más
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