Ivette RussellMi sonrisa se congeló en el acto. Y pasé de estar rebosante de felicidad a sumirme en un oscuro y profundo hueco de agonía y depresión.Pude haberle pedido a mi esposo que nos fuéramos, con la excusa de sentirme indispuesta. Pero, por su cara, es más que evidente que sabes quiénes son ellos.—Oh, Sr. y Sra. Russell. —El abuelo de René abrió los brazos en su máxima expresión para darles una calurosa bienvenida.Empequeñecida, no me quedó de otra que guardar mi impotencia en el baúl más oscuro de mi conciencia.—Mi amor.Sentir al cálido y protector tacto de mi marido, me devolvió un poco de tranquilidad.—René… —sollocé, luchando por reprimir las ganas de llorar.—Actúa normal, todo está bien, Mientras yo esté aquí, ustedes estarán bien —aseguró, tomándome de la mano.El protocolo de saludo entre mis padres y el Sr. Chapman, ha durado mucho más de lo que hubiese imaginado, apuntando, claramente, que esta no es la primera vez que se topan.Di una gran exhalación, forzando
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