René ChapmanDormía tan plácidamente, hasta que un sonido extraño me hizo volver en sí.Abrí los ojos lentamente, enfocando el techo de la habitación. Estuve muy atento por varios segundos, convencido de que solo se había tratado de mi imaginación, me dispuse a cerrar los ojos, para volver a conciliar el sueño.Justo en ese momento, volví a escuchar ese sonidito. En un principio pensé que era un gruñido, pero después de analizarlo mejor, me parecía más bien como un quejido.Apoyé ambos codos en la cama, incorporándome lo suficiente para orientarme. La única iluminación de la habitación, provenía del exterior. Pero fue suficiente para que cayera en cuenta que estaba en la habitación matrimonial de la casa de Tabatha. E, indiscutiblemente, el bulto que estaba a mi lado, arropado de pies a cabeza, no podía ser otra que Ivette, mi esposa.Con mucho cuidado de no despertarla, retiré las sábanas sutilmente, para encontrarme con una escena que en verdad logró partirme el corazón.La expresió
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