Me pregunto, porque me ha tocado vivir, hasta ahora de este modo tan extraño, sin una pizca de felicidad constante, el único momento donde me concebí feliz, fue el día que nacieron mis hijos y también cuando descubrí, que Amy era mi madre. Mi cuerpo continúa aplanado y postrado en esta cama, sin embargo, un fuerte dolor azota mi cabeza. Volví a la vida, abro ligeramente los ojos, esbozando un ligero suspiro.Mi madre lo percibe, pobrecita no se ha movido del cristal, desde allí me vigila muy de cerca:—Doctor mi hija se movió, lo pude notar desde aquí.—Señora, es mejor que vaya a descansar. Su hija la necesita sana.—De aquí no me muevo, hasta que mi hija despierte.—Con permiso.Mi madre se olvida hasta de mis hijos, Mara está en este momento con ellos, brindándonos apoyo.El médico entra a mi habitación, para hacerme el chequeo correspondiente y se da cuenta de una ligera mejoría, ya que hice un intento por mover mi mano. Le musita a la enfermera:—Esta joven aún se aferra a la vid
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