Risas, chistes, bromas y una complicidad que se notaba en sus miradas, así iban Karim y Rania por el centro de Dubái. Karim había insistido en comprar elegantes trajes para su esposa y carísimos accesorios, ignorando las protestas de Rania, pues para ella todo era una exageración. Las tiendas tenían su hora de cierre y ellos habían llegado un poco tarde, pero por tratarse del príncipe heredero de Arabia Saudí, mantuvieron las tres mejores tiendas de Dubái abiertas especialmente para la pareja real. Todo había sido de lo más divertido, Rania y Karim rompían los esquemas. Él estaba encantado con las compras y ella harta de seguir probándose todo tipo de ropa. Unas horas más tarde Karim reservó para ellos una mesa en el restaurante más alto del planeta, el At. mosphere'. Karim iba a vestido con un Jersey azul oscuro de Tom Ford y vaqueros ajustados negros. Rania a su vez llevaba un vestido blanco de mangas largas, ajustado a su cuerpo y con una fenda lateral que invitaba a perderse en
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