Emma se aferró a la mano de Max mientras en la misma camilla iba siendo trasladada a quirófano, tenía miedo, mucho miedo de que no saliera algo bien.—Todavía no es tiempo, no aun no es tiempo, —dijo Emma entre sollozos, el dolor en cada contracción, aumentó más y más. Y Max, con impotencia de no poder aliviar su dolor, de poder evitarlo, pero Emma había decidido hacerlo sin medicamentos.— ¿Estás segura que no quieres algo para el dolor?—un último intento, pero Emma no contestó, la vena de su sien, resaltó, era la primera vez que él lo había notado.Una enfermera detuvo a Max cuando Emma cruzó en la camilla aquellas puertas que la llevaría al quirófano.—Acompáñeme, señor Müller. —Max no quitó la mirada por dónde Emma había desaparecido. Luego siguió a la enfermera, le dijo lo que tenía que hacer para poder entrar al quirófano y acompañar a Emma, se puso el gorro azul, la bata, y el cubre bocas, al escuchar las indicaciones, finalmente, entró:— ¡Me duele! —Gritó— ¡DIOS MÍO!—gritó Em
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