El sábado en la mañana, desperté nuevamente adolorida. Pensé que ya había sido suficiente por dos noches, necesitaba descansar y reponer mi cuerpo, y también dejar que mis marcas en el cuerpo sanaran tranquilamente. Máximo estuvo de acuerdo conmigo, en dejar que mis marcas sanaran y se borraran, pero en dejar de hacer el amor, “eso sí que no”, fue lo que me respondió.—Si quieres te lo hago lento y con calma, pero dejar de hacerlo, eso jamás. Me niego rotundamente.—Es mi cuerpo y no me puedes obligar— le dije mientras enarcaba una ceja, con postura desafiante.—Ivanna ¿Por qué me haces esto? — me dijo con cara de perrito triste, cosa que provocó una risa en mí.—Está bien, yo tampoco quiero dejar de hacerlo, pero júrame que no habrá más sexo salvaje hasta que yo lo decida— le respondí de brazos cruzados.—Lo juro, será cuando tú quieras. Sabes que siempre estaré listo— me dijo con voz sensual mientras se acercaba a mí en la cama.—Ah, ah— le dije negando con el dedo y tocando su fren
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