Gabriela no tenía idea en lo que se estaba metiendo, solo veía a un hombre completamente lleno de sangre y con un olor extraño. Por lo que, aún con su dolor, miró hacia el hombre, mientras Lowell se lanzaba a él, para morderlo, mientras su hijo temblaba.— Suéltame, perro. — dice Gustav, lanzando a Lowell a un lado de la habitación— No sé qué es lo que quieres, pero, no le hagas daño a los niños. Si necesitas con quien descargar tu ira, si mi hermana te hizo algo o crees que debes golpear a alguien, hazlo conmigo, pero, no con los niños. — pide Gabriela.— No sabes lo que estas pidiendo.— Lo sé. Soy consciente que estoy muy débil y con mucho dolor, para estar aquí pidiéndote algo que podría matarme, pero, no podría perdonarme que lastimes a unos niños que no tienen algo que ver. >> Si no vas a respetar a las mujeres, por lo menos, respeta a los niños. Ellos no merecen pasar por esto. Y como dijiste, yo soy casi idéntica a mi hermana, descarga tu ira conmigo y no con ellos. Te lo pi
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