Cillian se levanta de su rincón, sacudiendo el peso del dolor de su espalda. Se dirige hacia la puerta de su cabaña y sale al exterior. El aire fresco del bosque acaricia su rostro, pero su mente sigue atormentada por la ausencia de Alice. A pesar de ello, sabe que debe responder al llamado de su señora. Siguiendo el llamado en su mente, Cillian se adentra en el bosque. Cada paso que da es firme y decidido, aunque su corazón se sienta destrozado. Conoce el camino, pues ha seguido cada paso que esa conexión le ha dado durante mucho. A medida que se acerca a su destino, puede percibir una energía densa en el aire. La presencia de otros seres, oscuros y peligrosos, se hace evidente. Sin embargo, Cillian no vacila. Su determinación y lealtad hacia su señora le hacen seguir adelante sin ninguna vacilación. Finalmente, llega a un claro rodeado de árboles altos y antiguos. En el centro del claro, rodeada por una suave luz dorada, se encuentra con ella, la encarnación humana de su Madre Lun
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